martes, 29 de agosto de 2017

MIRA COMO CREZCO II, 3 MESES



En este segundo artículo vamos a tratar sobre los aspectos más importantes del desarrollo del bebé desde su nacimiento hasta que cumple 3 meses de edad.

HASTA LOS TRES MESES
Desde antes de su nacimiento, el bebé explora su entorno a través de las ondas de información que le llegan a través de la placenta y el vientre materno. Después de nacer, continúa haciéndolo. Aunque tengamos la sensación que el bebé no se da cuenta de nada, la realidad es que ya es una esponja de información. Absorbe mucho de lo que sucede a su alrededor a través de su curiosidad innata, sus sentidos en desarrollo y su cerebro. 
El cerebro de un bebé humano, es una de las maravillas más asombrosas de la evolución. Ensaya con sus emociones y aprende a relacionarse con su entorno, el familiar y el físico. En esta etapa es fundamental que le brindemos mucho cariño, que le dediquemos mucho tiempo, hablándole y/o cantándole. Esto redundará en su óptimo desarrollo. 
¿Nunca se han preguntado por qué nos encanta mimar a los bebés? No es casualidad, si la naturaleza nos ha hecho así de cariñosos con ellos es porque los bebés lo necesitan.
¿CÓMO SOY? ¿QUÉ NECESITO? 
Hola papás. Ya sabéis que no hablo, ni hago muchas cosas, ya que todavía me queda mucho por aprender a hacer. He de ir poco a poco. 
En seis meses mi peso será aproximadamente el doble de lo que pesé al nacer, así que mi dedicación principal en este momento es crecer. Parece poco, pero es mucho trabajo. 
Estoy conociendo qué es todo esto que me rodea, a vosotros incluidos. No sé muy bien cómo organizar la información que me llega, ni qué hacer con ella, así que de momento lo que hago es sobre todo mirar, escuchar, succionar, tocar... En resumen, aprender cosas como a sostener la cabeza cuando me tenéis en brazos. me cuesta un poco porque pesa mucho. Con todo este trabajo, no me pidáis que además no os llene de baba vuestros hombros! 

Cositas que ya sé y me gusta hacer:  
  • Me gusta mucho miraros a la cara. Aunque todavía no sé cómo expresarlo, ¿os habéis fijado en que os sigo con la mirada?
  • Muevo piernas y brazos para muchas cosas, pero todavía no sé darme la vuelta sobre mí mismo.
  • Cuando estoy boca abajo levanto cada vez más los hombros y la cabeza.
  • Cuando me acariciáis, me cantáis o habláis, emito los sonidos más agradables que puedo. También os sonrío.
  • Se llorar a un volumen que hasta a mí me asusta
  • Me gusta mucho estar con vosotros en la misma habitación o estancia, me gusta mucho escuchar vuestras voces
  • Me he especializado en escuchar sonajeros y me encantan los colores vivos

La leche de mamá es la mejor para mí. Además de esto y de una higiene adecuada, estas cositas son las que necesito de vosotros :
  
  • Muchos, muchos mimos y atención. 
  • Por lo menos, un paseo al día, ya que me encanta el aire libre.
  • Siento el frío y el calor de la misma manera que vosotros. Por eso, no me abriguéis más de lo necesario, pues comiendo a sudar, me siento incómodo y me pongo de muy mal humor. ¡Tampoco me dejéis pasando frío junto a una corriente de aire! 
  • Prefiero la ropa cómoda, amplia, que me deje moverme a gusto. 
  • Dejadme dormir todo cuanto pueda. Yo duermo mucho!, más o menos 16 horas diarias, aunque hay bebés que pueden dormir incluso 20 (y los menos dormilones con 14 están listos). Por el día puedo dormir tres siestas de 2 a 4 horas cada una. Y por la noche... trato de portarme bien y dejaros dormir, pero a veces no lo consigo porque me da hambre y me despierto. Os pido que tengáis un poquito de paciencia conmigo... 
  • Me gusta dormir siempre en el mismo sitio. 
  • Dadme de comer despacio, sin prisas ni ruidos alrededor. 
  • Bañadme cada día en agua tibia. Es uno de los momentos del día que más me gustan. 
  • Al salir del agua, acariciadme con esas cremas tan estupendas. 
  • Habladme despacito, contadme qué es lo que voy sintiendo, y por qué: dolor, miedo, risa. Qué son esos sonidos que escucho. Los nombres de mis primeros juguetes y de cada miembro de la familia. Habladme también cuando salgamos de paseo. Vuestra voz me tranquiliza y es mi vínculo con el mundo. 
  • Susurradme cosas bonitas al oído, y cantadme. No sólo nanas para dormir. Y mecedme. 
  • Dadme juguetes fáciles, que suenen y de colores vivos. Si los movéis ante mí, los seguiré. Colgad móviles sobre mí para que vea cómo se mueven. 
  • Me fascina vuestro rostro, sobretodo cuando lo tengo cerca. Así que... acercaos, permitidme que os toque, incluso que os tire del pelo. ¡Sois mis papás y os estoy conociendo! 

Y aquí finaliza esta artículo dedicado a la evolución y desarrollo del bebé hasta los 3 meses de edad. 
Nos vemos la próxima semana con un nuevo artículo. 

lunes, 21 de agosto de 2017

MIRA CÓMO CREZCO. I LA BIENVENIDA


Hay un breve capítulo en la historia de la mayoría de niños y niñas que con el tiempo suele olvidarse. Dura muy poquito, pero resume muchas cosas a la vez. Es aquel en el que el equipo del hospital en donde ha nacido el pequeño entrega con una sonrisa a los papás toda la responsabilidad con respecto a su bebé. A partir de entonces ya no dispondrán de un “entrenador especializado” que les ayude con sus dudas. La familia se despide del equipo de especialistas del hospital y en unos minutos ya están en la calle, puertas afuera del hospital.


Es el comienzo de una nueva aventura. La ilusión y la alegría se mezclan con el miedo. Por muchos consejos que nos hayan dado nuestros amigos y familiares, libros, revistas, sentido común, etc., nunca estaremos seguros de saber hacer las cosas del todo bien. Es decir, de no equivocarnos. Esa mezcla de ilusión, incertidumbre y miedos acompañará a los nuevos padres toda la vida, sobretodo hasta que ese pequeño bebé que llevamos en brazos se convierta en un adulto. Y aunque no lo parezca, el tiempo pasará volando...


RECOMENDACIONES PARA CADA ETAPA


Esta es la introducción a una serie de artículos semanales en los que vamos a dar nuestra opinión y consejos sobre cómo se desarrolla y madura el ser humano a lo largo de la infancia. Abordaremos desde los primeros meses de vida, hasta los 6 años de edad, etapa durante la cual muchos de sus hijos e hijas nos acompañan en la etapa del Jardín Infantil. Tendremos en cuenta los avances físicos, intelectuales y emocionales típicos de cada edad.

A pesar que cada niño/a es único e irreemplazable, será inevitable caer en algunas generalidades. Es muy importante, para que estas generalidades no les confundan, que tengan en cuenta que no todas las niñas y niños crecen al mismo ritmo. Por lo tanto, hemos de considerar dos aspectos:
1.Si nuestro pequeño no cumple con todo lo que se apunte, por ejemplo, para los cuatro años, nunca debemos pensar que es debido a que sufra algún tipo de atraso.
2.Tampoco hemos de pensar que si nuestr@ hij@, a los tres años ya muestra capacidades de cuatro, es porque es un
fenómeno o un superdotado.
Para eso tipo de cuestiones siempre recomendaremos y emplazaremos a la opinión rigurosa y especializada de un especialista sanitario.
No debemos olvidar tampoco que todas las personas somos, al mismo tiempo que bastante iguales, diferentes. Cada niña y cada niño llegan al mundo con una predisposición natural hacia un conjunto u otro de habilidades. Estas habilidades, el entorno en el que el niño crece y las posibilidades que tengan de explorar su creatividad y el mundo que les rodea, contribuirán al desarrollo de su personalidad. Será fundamental siempre la comprensión de papá y mamá, su apoyo, y que en cada minuto de su vida sepa que le queremos y respaldamos, sobre todo cuando se
equivoque. En ningún momento debe dudar de que siempre nos tendrá a su lado para ayudarle a superar las dificultades.
Igual de importante para el buen desarrollo y formación de los pequeños, será nuestra firmeza a la hora de enseñarle las claves de la responsabilidad y la disciplina, para extraer lo mejor de sí mismo y aprender a rechazar lo peor. Para irse conociendo, conocer a los demás y, cuando llegue la hora, madurar como persona y afrontar de la mejor manera posible los retos de la vida.
Ustedes van a ser su madre y su padre. Su referencia. Su modelo. Con ustedes van a aprender, además de a andar, hablar o leer, qué es el apego. Y también a que ese apego no se convierta en dependencia que no les permita desplegar sus alas y volar.


QUÉ VAMOS A TRATAR Y QUÉ NO



En esta serie de artículos no abordaremos el ámbito académico y/o el futuro profesional de los niños. Nos vamos a centrar en los aspectos relacionados con su evolución personal. En cómo lograr que todos esos talentos innatos con los que los bebés llegan al mundo se desarrollen plenamente a lo largo de sus primeros años de vida: la curiosidad, la sociabilidad, la creatividad, la superación personal...

Trataremos sobre las habilidades físicas, intelectuales y emocionales de cada etapa. Para ello no podemos olvidar que desde su primer día de vida, la personita que llevamos en brazos es tan completa y compleja, a su manera, como nunca podremos imaginar.
Con la intención que estos artículos sean de fácil lectura, tratando que no sean demasiado especializados, es inevitable que nos veamos obligados a sintetizar y simplificar muchos conceptos e ideas.
Como padres y madres, no deben olvidar ustedes que cualquier ser humano, por pequeño, indefenso y aparentemente ajeno a cuanto le rodea que nos parezca, es el más asombroso milagro de la evolución. A pesar que otros seres vivos también se centran en la protección y buena crianza de sus cachorros, en el caso de nuestra especie hay algo que es único: la etapa de niñez de nuestra especie es la más larga de todas las especies.

* PRIMEROS DÍAS: LLEGANDO A CASA
Tras varios días en el Hospital, papá y mamá llegan a casa con el recién nacido. La primera novedad, ese espacio en el que hasta hoy eran dos, se convierte de repente en un lugar al que llega una nueva vida, una nueva luz, un nuevo y pequeño ser comienza a formar parte de ese espacio llamado Hogar.

No puede faltar la primera foto
nada más entrar. A continuación papá y mamá le muestran al bebé el lugar que le han preparado con tanto amor para que esté lo más cómodo posible. Puede ser una gran habitación llena de peluches o una cómoda cunita en la habitación de los papás. ¿Qué más da? Esto no es lo más importante. El lugar del recién llegado son papá y mamá, sobre todo, la mamá. No en vano ya llevan juntos muchos meses. Algunos de sus sentidos ya funcionan muy bien, otros aún están en proceso de desarrollo. Con esas herramientas, y como ya hacía mientras permanecía en el útero, el bebé investiga su entorno.



Dadle un beso. Cantadle. Acariciadle.



Y esta es la primera lección que papá y mamá deben explicar y transmitir al bebé recién llegado a la casa: qué es sentirse querido. Y esta lección es la que les ocupará durante los primeros días.



Nos vemos en el próximo artículo, en el que trataremos sobre los primeros tres meses de vida del bebé 

domingo, 20 de agosto de 2017

NO "ETIQUETEMOS" A LOS NIÑOS


“Gillian sólo tenía ocho años, pero su futuro ya estaba en peligro. Sus tareas escolares eran un desastre, al menos según sus profesores. Entregaba los deberes tarde, su caligrafía era horrible y aprobaba a duras penas. No sólo eso, además causaba grandes molestias al resto de alumnos: se movía nerviosa haciendo ruido, miraba por la ventana –lo que obligaba al profesor a interrumpir su clase para que Gillian volviera a prestar atención-, o tenía comportamientos que molestaban a sus compañeros. A ella todo esto no le preocupaba –estaba acostumbrada a que los que encarnaban la autoridad le llamaran la atención, pero ella no tenía la sensación de actuar de forma incorrecta-, pero sus profesores estaban muy preocupados. Hasta tal punto que un día decidieron dirigirse a sus padres.
El colegio creyó que Gillian tenía dificultades de aprendizaje y que tal vez fuese más apropiado para ella acudir a un centro para niños con necesidades especiales. Todo esto sucedía en los años treinta. Creo que en la actualidad dirían que sufría de un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y le recetarían Ritalin o algo parecido. Pero en los años treinta todavía no se había diagnosticado el TDAH. Esa enfermedad no se conocía, y las personas que la padecían no sabían, por tanto, que estaban enfermas.
Los padres de Gillian recibieron la carta del colegio con gran preocupación y se pusieron en marcha. La madre de Gillian le puso su mejor vestido y sus mejores zapatos, le hizo dos coletas y, temiendo lo peor, la llevó al psicólogo para que la evaluara.
Aún hoy Gillian recuerda que la hicieron pasar a una habitación con estanterías de madera de roble llenas de libros encuadernados de piel. De pie, junto a un gran escritorio, se encontraba un hombre imponente que llevaba una chaqueta de tweed. Llevó a Gillian hasta el otro extremo de la habitación y le pidió que se sentara en un enorme sofá de piel. Los pies de Gillian apenas tocaban el suelo; estaba tensa. Nerviosa por la impresión que pudiera causar, se sentó sobre las manos para dejar de moverlas.
El psicólogo regresó a su escritorio y durante los siguientes veinte minutos le preguntó a la madre de Gillian acerca de los contratiempos en el colegio y los problemas que decían que estaba causando. Aunque no dirigió ninguna de estas preguntas a Gillian, no dejó de observarla con atención en todo momento. Esto hizo que Gillian se sintiera incómoda y confusa. Incluso a tan tierna edad supo que aquel hombre desempeñaría un papel importante en su vida. Sabía lo que era ir a una “escuela especial” y no quería saber nada de ellas. Creía sinceramente que no tenía ningún problema, pero al parecer todo el mundo opinaba lo contrario. Y viendo cómo su madre contestaba a las preguntas, era posible que incluso ella lo creyera.
“Puede que tengan razón”, pensó Gillian.
Finalmente, la madre de Gillian y el psicólogo dejaron de hablar. El hombre se levantó del escritorio, caminó hacia el sofá y se sentó al lado de la pequeña.
- Gillian, has tenido mucha paciencia y te doy las gracias por ello –dijo-, pero me temo que tendrás que seguir teniendo paciencia durante un ratito mas. Ahora necesito hablar con tu madre en privado, vamos a salir fuera unos minutos. No te preocupes, no tardaremos.
Gillian asintió, intranquila, y los dos adultos la dejaron allí sentada, sola. Pero antes de marcharse de la habitación, el psicólogo se reclinó sobre el escritorio y encendió la radio.
En cuanto salieron y llegaron al pasillo, el doctor le dijo a la madre de Gillian:
- Quédese aquí un momento y observe lo que hace.
Se quedaron de pie al lado de una ventana de la habitación que daba al pasillo, desde donde Gillian no podía verles.
Casi de inmediato, Gillian se levantó y comenzó a moverse por toda la estancia siguiendo el ritmo de la música. Los dos adultos la observaron en silencio durante unos minutos, deslumbrados por la gracia de la niña. Cualquiera se habría dado cuenta de que había algo natural –incluso primigenio- en los movimientos de Gillian. Y cualquiera se habría percatado de la expresión de absoluto placer de su cara.
Por fin, el psicólogo se volvió hacia la madre de Gillian y dijo:
- Señora Lynne, Gillian no está enferma. Es bailarina. Llévela a una escuela de danza.
Años más tarde Gillian explicó que su madre hizo lo que le habían recomendado. “Me resulta imposible expresar lo maravilloso que fue –contó años más tarde-. Entré en esa habitación llena de gente como yo. Personas que no podían permanecer sentadas sin moverse. Personas que tenían que moverse para poder pensar".
Gillian iba a la escuela de danza una vez por semana y practicaba todos los días en casa. Con el tiempo, hizo una prueba para el Royal Ballet School de Londres y la aceptaron. Siguió adelante hasta ingresar en la Royal Ballet Company, donde llegó a ser solista y actuó por todo el mundo. Cuando esta parte de su carrera terminó, Gillian formó su propia compañía de teatro musical y produjo una serie de espectáculos en Londres y en Nueva York que tuvieron mucho éxito. Con el tiempo, conoció a Andrew Lloyd Webber y crearon juntos algunas de las más célebres producciones musicales para teatro de todos los tiempos, entre ellas Cats y El fantasma de la Ópera.
La pequeña Gillian, la niña cuyo futuro estaba en peligro, llegó a ser conocida en todo el mundo como Gillian Lynne, una de las coreógrafas de mayor éxito de nuestro tiempo, alguien que ha hecho disfrutar a millones de personas y que ha ganado millones de dólares. Y eso ocurrió porque hubo una persona que la miró profundamente a los ojos: alguien que ya había visto antes a niños como ella y que sabía interpretar los síntomas. Cualquier otra persona le habría recetado un medicamento y le habría dicho que tenía que calmarse. Pero Gillian no era una niña problemática, no necesitaba acudir a ninguna escuela especial.
Solo necesitaba ser quien era realmente.”
Extraído del libro El Elemento del autor Ken Robinson

Esta hermosa historia nos invita a reflexionar a todos, familias y educadores, sobre la tendencia actual de “etiquetar” a los niños que no siguen unas determinadas pautas de comportamiento en los entornos escolares. Todo aquel niño que “habla más de la cuenta”, “no se queda quieto” o “no se comporta de acuerdo a lo establecido”, rápidamente es remitido al psicólogo o es motivo de expediente disciplinario en su entorno educativo. A todo esto, se suma además la incompetencia de muchos docentes. Esta incompetencia provoca que, como en el caso de Gillian, profesores sin ningún tipo de conocimiento en Psicología, en lugar de observar de una manera profunda a estos alumnos, los califiquen y reprendan sin ningún tipo de rigor ni contemplación, creando en el entorno escolar la imagen de “alumno problemático”.
Por si fuera poco, a la incompetencia del docente muchas veces se suma el desconocimiento de la familia. Los padres, con toda la buena fe y tratando de solventar la situación, lo primero que se plantean, ya desde bebés, suele ser “¿será que mi hijo es hiperactivo?”. Entonces suelen hacer caso al colegio y llevan al niño al Psicólogo.
Y lamentablemente para cerrar el círculo, muchas veces suele añadirse la comodidad de muchos profesionales de la Psicología que, arrastrados también por la tendencia actual, no dudan en diagnosticar un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad” a aquellos niños que ya vienen “medio diagnosticados” por el colegio.
La solución siempre suele ser la misma, receta de Ritadil o algún medicamento similar. La finalidad nunca es el bien del niño, sino más bien que el comportamiento y las acciones del mismo “se adecúen” a los convencionalismos, es decir “que se vuelva un niño normal”
Desgraciadamente, en el sistema educativo actual, la mayoría de los niños no tienen a nadie que desempeñe el papel que el psicólogo desempeñó en la vida de Gillian, y menos en la actualidad. Cuando un niño es demasiado nervioso e inquieto, le recetan algo y le piden que se tranquilice.
Neguémonos a aceptar las modas y las tendencias. Vayamos un poco más allá. No nos dejemos llevar por los convencionalismos y por la salida fácil para todos los “problemas” o situaciones de los niños. Miremos de una manera profunda a nuestros alumnos. No todos los niños cuya forma de actuar no cumple con lo que se denomina “normal” son niños con problemas. Simplemente quizás esos niños estén pidiendo una manera diferente de aprender, de sentir y de recibir los conocimientos que el colegio le brinda. Sencillamente, nos están pidiendo que hagamos las cosas de otra manera.
Y es nuestra obligación profesional, ética y moral darle a cada niño lo que necesita. No todos los niños aprenden, sienten y se expresan de una sola manera. Necesitamos llegar a cada niño de la forma que sea mejor para él.
Todos los niños empiezan su etapa escolar con una imaginación brillante, una mente fértil y una buena disposición a correr el riesgo de expresar lo que piensan y sienten. No permitamos que los sistemas educativos, con sus límites estrictos e ideas rígidas de cómo han de enseñar los profesores y cómo han de aprender los alumnos, maten, ahoguen todas esas infinitas capacidades que los niños traen desde su nacimiento. Y lo que es peor y más perverso, nunca, nunca hagamos creer a los niños que no son capaces de ser o cumplir lo que ellos deseen.
De la misma manera que una semilla tiene dentro de sí todo el potencial para convertirse en un hermoso roble, todos los niños tienen dentro de sí todo el potencial para florecer y convertirse en lo que ellos quieran. No permitamos que el sistema educativo convenza a los pequeños de que no son capaces, que la semilla que son no puede transformarse en un hermoso árbol.

JOSÉ GIMÉNEZ SÁNCHEZ
DOCENTE TRANSICIÓN 
DIRECTOR JARDÍN INFANTIL PÁRVULOS