domingo, 15 de abril de 2018

MIRA CÓMO CREZCO. DE LOS 12 A LOS 18 MESES



La vida no es una carrera de obstáculos, sino de retos. Por eso es tan importante aprender a afrontarlos bien desde bebés. La finalidad es poder combatir las frustraciones de forma positiva y resolver de buena manera esas tareas tan complicadas que a veces parecen imposibles. Porque a ser prudentes también se aprende.
En otras palabras: tarde o temprano, en torno a esta edad, tu bebé decidirá́ emprender él solito la ascensión de una escalera, o la exploración de un parque pasito a pasito. Mamás y papás asistimos a estos primeros pasos en su personal descubrimiento del mundo con una mezcla de orgullo y terror. Pero no debemos dejarnos llevar por este último. El subir una escalera entraña sus riesgos cuando todavía no tienes año y medio, pero es una estupenda manera de ejercitar la decisión y la audacia, de conocer lo que te rodea, los límites de tu propio cuerpo. Nuestra actitud como padres debe ser vigilante, cariñosa, y por supuesto medida: ni demasiado proteccionista, ni demasiado confiada. Igual que los aprendices de montañeros no comienzan por ascender el Everest, unos pocos escalones son ideales para que el bebé comprenda por sí solo, pero con nosotros al lado, los riesgos de este nuevo reto, así como las virtudes del éxito y, como no, lo que son las escaleras, ¡claro! ¡No vamos a poder cerrar todas las que encuentre de aquí́ en adelante!
La exploración de su entorno no puede limitarse a ser visual. Debemos ayudarle a que lo descubra con todas esas herramientas que tanto le fascinan: sus sentidos. Y estar pendientes para evitarle los peligros. A esta edad le encantan los agujeros, meter en ellos los dedos y ver qué pasa. Pero claro, el mundo está lleno de enchufes. La solución no es prohibirle los agujeros, sino tapar los enchufes para que no meta sus deditos en ellos.
Si vemos que su actitud entraña algún riesgo, debemos trasmitirle nuestra desaprobación a la vez con suave firmeza y cariño, celebrando cada vez que nos hace caso. No con regaños bruscos, gritos o cambios de humor, pues así́ sólo lograremos desconcertarlo o asustarlo, no enseñarle.
Y es que, aunque no nos demos cuenta, a esta edad el pequeño también está aprendiendo los mecanismos del autocontrol. Y los de la comunicación verbal, y del uso de la memoria. Si nos parece que su cuerpo crece a toda velocidad, no podemos ni imaginar lo que sucede con su pequeño cerebro.
·    ¿CÓMO SOY? ¿QUÉ NECESITO?
Me parece que ya he entendido por qué os cansa tanto ese juego tan divertido de yo tirar cosas y vosotros recogerlas. ¡El suelo está mucho más lejos de vosotros que de mí! No hay problema: ya sé agacharme a recogerlas. Y francamente, me parece que lo hago mucho mejor que vosotros. Lo que no consigo todavía es pasaros la pelota con la habilidad que tenéis vosotros... pero cada vez lo hago mejor, ¿verdad? Por eso me encanta ese juego.
Ahora que mis dos piernitas me llevan de aquí́ para allá́ también con cada vez mayor capacidad de tracción y velocidad, voy descubriendo en casa muchas posibilidades de entretenimiento muy interesantes: vaciar de ropa de los cajones más bajos, por ejemplo. Ya, ya sé que los de la cocina son peligrosos... También me encanta llenar mi habitación de juguetes tirados por el suelo, y muchas otras cosas. Estas son sólo algunas de ellas:
Estas son algunas de las cosas que ya sé y me gusta hacer:
  • Caminar. Ya sea yo solo, con algún problema de equilibrio, o empujando un carrito. Puedo seguiros de aquí́ a allá́ si no os vais muy deprisa, ¡A partir de ahora seré́ vuestra sombra!... bueno, no siempre. Cuando comprobé que llego más lejos y más rápido caminando en lugar de gateando, decidí́ que ningún lugar iba a ser secreto ya para mí. ¡Me encanta explorar! Dentro de muy poco caminaré muchísimo mejor. Así́ que prepararos.
  • También sé quitarme los calcetines sin ayuda de nadie.
  • Y hacer garabatos con colores en un papel.
  • Y usar la cuchara para comer. No con vuestra asombrosa habilidad, pero cada vez mejor.
  • Y me sé los nombres de muuuuchas cosas. Por ejemplo, si me decís partes de mi cuerpo ¡yo puedo señalarlas!
  • También me encanta jugar al escondite. ¡Es divertidísimo! ¿Jugamos otra vez?

Estas son el tipo de cosas que necesito:
  • Juguetes. Definitivamente, después de papá y mamá, los juguetes son lo mejor que existe. Mejor si son muy diferentes unos de otros en la forma, la textura y los colores. Me gustan mucho las pelotas, ya sabéis. Y las cajas. Y esos juegos de buscar la pieza que encaja forma del agujero...
  • Charla. Ya sé que no puedo responderos a todo, pero me encanta que me contéis cosas mientras me bañáis, me vestís o mientras como.
  • Que me escuchéis, aunque no entendáis nada.
  • Rimas y canciones. ¡Me encantan! Repetídmelas una y otra vez, por favor.
  • Modelos de conducta. Ya sé que suena raro que un bebé pida algo así́, pero ya habréis notado que me fijo constantemente en vosotros. Estoy aprendiendo a cómo hay que reaccionar ante las alegrías o los problemas observando cómo lo hacéis vosotros.
  • Limites… para mi seguridad, claro. Prefiero que me enseñéis a evitar los peligros antes que descubrir por mi cuenta por qué son tan malos.
  • Comprensión. Veréis: ya sé que debo compartir MIS juguetes, porque me lo repetís siempre. ¡Pero a veces no puedo evitar enojarme cuando lo hago!

Finalizamos aquí el artículo de esta semana, dedicado al rango de edad de 12 a 18 meses. Nos vemos la próxima semana con un nuevo artículo.


viernes, 13 de abril de 2018

MIRA CÓMO CREZCO, DE LOS 9 A LOS 12 MESES


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De repente, el bebé comienza una imparable carrera de explorador. Una mañana lo descubriste agarrándose a la pata de una silla, tomando impulso con las piernas y elevando su colita del suelo con esa elegante parsimonia de quien parece saber muy bien lo que hace.
Alegra mucho ver cómo brota de él esa motivación natural, ese empeño por la superarse que esperas que le acompañe durante toda su vida.
Un día el pequeño descubre que encima de las mesas hay objetos muy interesantes y que llaman rápidamente su atención: manteles que resbalan con todo lo que tienen encima, platos llenos de comida, cubiertos muy brillantes, teléfonos, papeles de esos que se llaman “importantes”, gafas, ...
Otro día papá y mamá os alarmáis porque lleva un buen rato sin hacer ruido. Cuando vais a buscarlo, lo encontráis en vuestra habitación...investigando el fondo de un cajón que se había quedado abierto a su. No había dejado prenda sin sacar ni revolver, y cuando llegáis toda la ropa esta amontonada a su alrededor como si fuesen grandes trofeos de caza. ¡Había llegado hasta allí gateando!
Así que decidís comprar un parquecito con valla para ponerlo en el salón, uno lo suficientemente amplio para que quepan un montón de juguetes y él pueda ir de aquí para allá entre ellos. Pero esto genera otro problema. Cuando el pequeño se cansa de jugar solito, se agarra a los barrotes, se incorpora y comienza a miraros desde allí dentro con ojos a la vez curiosos y tristes. Y claro, os remuerde un poco la conciencia.
Y por si fuera poco…ya os llama. Por vuestros nombres: Papá. Mamá. Es decir: “¡Ppaa-ppaa! “, “¡Mmma-mmmaa!”. Cuando lo hizo por primera vez fue una gran noticia. Pero ahora hay momentos del día en que lo repite como un loro fuera de sí, reclamando vuestra atención sin cesar.
Cuando acudís se pone contentísimo, y esa alegría suya es de lo más contagiosa. Poco a poco comenzará a balbucir palabras. Cada vez más. Y a entender cada vez mejor cuanto le digáis. Hay sobre todo una palabra que le llama muchísimo la atención, y que a menudo le hace cambiar totalmente el gesto y miraros con ojos muy grandes. Esa palabra es: “NO”.
A lo largo de los próximos años, los papás repetirán esa palabra más veces que en toda vuestra vida: “NO”. Así que es mejor empezar desde ahora mismo a acompañarla siempre de una actitud positiva y una breve explicación. De esta manera tanto el pequeño como papá y mamá se sentirán mucho mejor cada vez que sea necesario utilizarla
·    ¿CÓMO SOY? ¿QUÉ NECESITO?
Ya soy una persona como vosotros: vertical. Aún no he conseguido avanzar en esta posición tan interesante, pero tranquilos que estoy empeñado en conseguirlo. Como habréis comprobado, cada vez me intereso más por cualquier rincón de la casa. Ya manejo perfectamente la técnica del gateo, y gracias a ella consigo ampliar cada vez más mi radio de acción.
Mis juguetes también me gustan cada vez más, son extraordinarios compañeros. Tanto, que a menudo se me pasa el tiempo jugando con ellos en ese parque tan chévere que me habéis instalado. Imagino que esa valla será para que no se escapen. Pero veo un problema: cuando estoy dentro, yo tampoco puedo salir. Y cuando estoy fuera, no puedo entrar. ¡Menos mal que basta con llamaros! Entonces podemos jugar juntos, que es mucho más divertido.
¡Soy muy divertido! Me doy cuenta de lo mucho que os reis con las cosas que hago y digo. Además de una persona cada vez más vertical, soy también cada vez más gracioso. ¡Y más capaz de hacer todo tipo de cosas! Estas son algunas de ellas:
Estas son algunas de las cosas que ya sé y me gusta hacer:
Cambio de postura en el suelo con gran habilidad: de tumbado a sentado, de a gatas a de pie apoyado en algo...Y vuelta a empezar.
Sé meter y sacar todo tipo de cosas de una caja. Es muy interesante ver cómo desaparecen dentro y cómo vuelven a aparecer después en mi mano.
- Ya soy capaz de coger objetos muy pequeños entre el índice y el pulgar.
Sé señalar a un objeto o persona conocidos si me preguntáis dónde está.
Y si quiero, también lo señalo e intento decir su nombre, o algo que se parezca.
Me encanta probar una y otra vez a mover o tocar algo para ver qué pasa. Por ejemplo, el interruptor de la luz.
Ya sé beber de un vaso con sólo un poquito de ayuda.
- Ya sé comer con las manos. La verdad, no entiendo cómo no probáis a comer con las manos más a menudo. Mancharse es fascinante.
Estas son el tipo de cosas que necesito:
Paciencia. No para mí, sino para vosotros. Aún no camino, pero pronto aprenderé. Y sí, empiezo a ser un poco travieso...
- Jugar con vosotros. No hay nada que me haga más feliz. Por ejemplo, jugar a que me escondéis los juguetes y yo debo encontrarlos. O a hacer ruidos. Tú haces unos ruidos graciosos y yo los repito. ¡Guau! ¡Miau! Etcétera.
- Y a decir algunas palabras. Pero tenéis que decirlas bien… ¿Cómo voy a aprender a hablar bien si repetís lo que yo digo mal, por mucha gracia que os haga?
- Me llaman mucho la atención que las partes de mi cuerpo tengan nombres. ¿Me las podéis repetir en cada baño por favor?
- Que me dejéis empezar a descubrir el mundo por mí mismo. No me digáis todo lo que pasa cuando voy a hacer algo. Permitidme que lo descubra yo.
- Como no entiendo aún mucho de lo que me contáis, me fijo muchísimo en vuestra actitud y tono de voz para intentar comprender lo que pasa.
- Dejadme solito de vez en cuando, siempre y cuando no haya peligros alrededor. La soledad es otro aprendizaje. Además... ¡Ya veréis como me pongo de contento cuando aparezcáis de nuevo!

Hasta aquí nuestro artículo de esta semana. Nos vemos la próxima semana con un nuevo artículo.