sábado, 26 de marzo de 2011

LAS PATALETAS, ¿CÓMO TRATARLAS?



Seguimos con la serie de artículos referentes a aspectos relacionados con la formación y crecimiento de los niños/as.

En esta ocasión hemos pretendido, basados en nuestra formación y experiencia, brindarles una serie de pautas y recomendaciones sobre uno de los comportamientos que más suelen alterar tanto a papás como a mamás y que muchas veces, es origen de conflictos familiares, llegando incluso a convertirse en fuente de problemas entre el papá y la mamá, por su desconocimiento de cómo afrontar esa situación.

Son muchas las familias que nos consultan sobre este comportamiento en sus hijos/as. A través de este artículo pretendemos ampliar los consejos a todas las familias para que, llegado el momento de la pataleta, que sin duda un día u otro se dará, conozcan los motivos por los que el niño/a actúa de esa manera, y sepan cómo actuar en ese caso.

La pataleta no es un comportamiento normal

En primer lugar, deben saber que la pataleta es una reacción anormal del niño ante una negativa a una petición o acción que desea realizar. El niño puede llegar a hacer un sinfín de reacciones anormales: tirarse al suelo, agredir a los padres, correr hacia el patio, darse golpes contra el suelo, gritar hasta quedarse sin voz,…. Este tipo de conducta suele aparecer alrededor de los 2 años y tiene por objeto afirmar su personalidad y demostrar su poder ante ustedes.

Como toda conducta anormal, ésta no debe ser permitida. La primera reacción de los padres y adultos que rodean al niño (de común acuerdo) debe ser la de ignorar al niño hasta que este recupere su comportamiento normal. Desde el momento que el niño inicia la pataleta, deja de existir para los papás. Papá y mamá conversan de cualquier otra cosa y no le prestan atención. Sabemos que puede ser difícil mantenerse en esta actitud de ignorar al niño, pero es precisamente eso, nuestra atención, lo que el niño/a busca con esa pataleta, por lo que él debe ver que no la conseguirá por mucho que haga. Debemos ser firmes y estar de acuerdo papá y mamá sobre la acción a seguir. Es muy importante que papá y mamá hablen sobre esto con todos los adultos que están involucrados en la formación del niño/a, de forma que todos actúen igual cuando se presente la pataleta. Si no es así, el niño/a aprenderá rápidamente con quién le funcionan las pataletas y será un recurso que utilizará con el adulto que se lo permita.

Siguiendo con el momento de la pataleta, repentinamente, cuando el niño vuelve a una conducta normal, reaparece en escena y existe de nuevo para sus papás, quienes le pueden decir: “así te queríamos ver, como un niño grande...etc.” y hacerle alguna caricia. Con esto están dando a entender que la actitud que papá y mamá van a premiar con su atención y cariño será la normal. En los niños más grandes, se les puede explicar: “¡Nos gusta que las cosas que pidas, lo hagas en buena forma! ¡Si te negamos algo, tenemos nuestras razones, hablemos de ello!”. Con posterioridad a los 5 a 6 años las pataletas suelen desaparecen.

Una forma de pataleta o rabieta es el dejar de comer, costumbre que adoptan los niños entre los 2 a 3 años, para llamar la atención y debiera tener el mismo tratamiento. Nunca se debe castigar a un niño y menos a raíz de una pataleta, esto sólo reforzará estas conductas anormales.

A veces, los niños tienen pataletas cuando se sienten frustrados consigo mismos, porque no consiguen armar algo, porque sus padres no entienden lo que ellos dicen. Los niños mayores pueden estar frustrados a causa de su incapacidad para hacer la tarea escolar. En estas ocasiones, su hijo necesita estímulo y un papá o mamá que lo escuchen. Apóyelo diciendo: "Sé que es difícil, pero vas a mejorar. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?" Minimice los errores y aumente o elogie sus logros aunque sean pequeños.

Otra cuestión importante es: “¿Qué hacer cuando papá y mamá no pueden permanecer impávidos ante la pataleta, por ejemplo cuando ésta se produce en un lugar público? En este caso, de gran incomodidad para los papás, el niño/a sabe que ustedes están en desventaja y que no pueden tratarlo/a como en casa (ignorándolo). La manera en que deben proceder es: sáquenlo del recinto y llévenlo a un lugar calmado en donde pueda aplicar las técnicas mencionadas. En otras oportunidades puede conversar con él y darle una advertencia (que puede y debe cumplir) explicándole la negativa o razón que motivó la rabieta del niño. Es muy importante que no ceda ante la rabieta por ningún motivo. Es mejor dar un plazo de tiempo y no pedir que la rabieta termine de inmediato, porque es prácticamente imposible.

Hay otro tipo de pataletas, que son las de tipo perturbador o destructivo, o que causan demasiada alteración en la casa; para éstas, utilice suspensiones temporales, de juegos, salidas, de horario de TV. Lo más eficaz es suspender temporalmente al niño/a en aquella actividad que usted sepa que más le agrada a su hijo/a. Trate en todo caso de actuar como padre/madre, no se burle de él, no lo ponga en vergüenza delante de otros niños o adultos. Dele tiempo a que se recupere, él es un niño, por mucha vergüenza que le haga pasar a usted, debe tenerle paciencia y actuar en forma lo más neutramente que pueda. No reaccione con ira, que el niño/a lo vea desubicado o gritándole desencajado por la situación, sería como responder con otra pataleta hacia el niño.

OTRAS ORIENTACIONES SOBRE PATALETAS O RABIETAS

Tener emociones y sentimientos, sean cuales sean, es parte de la condición humana. Sentir es vivir. La tendencia educativa en la familia y en la escuela suele ser la de controlar y eliminar cualquier manifestación abierta de los sentimientos (especialmente los negativos). Pero los niños no se inhiben, ellos expresan los sentimientos fácil y naturalmente, de forma sutil, o bien, extremadamente intensa. Sin embargo, deben aprender a manejar sus emociones ante la sociedad y a encontrar formas adecuadas de encauzar la "poderosa energía" con que nos cargan los sentimientos. Para ello, los niños dependen de la información que les proporcionan sus padres. Pero comprender las emociones y ayudar a nuestros hijos a expresarlas adecuadamente, no es una tarea fácil.

Con la primera pataleta, el niño descubre el poder que puede llegar a tener, se da cuenta que éstas son una forma de controlar y manipular a sus padres, pues ve que éstos se aburren, se asustan... y la mayoría de las veces, ceden ante las exigencias y caprichos del niño/a. De esta forma, las pataletas no cesan de repetirse y se convierten en un recurso habitual en el niño/a cada vez que algo le es negado...

No olviden nunca esto: Sus hijos/as les pondrán a prueba constantemente. Necesitarán comprobar si la unidad familiar es lo suficientemente fuerte para sostenerlos. Desearán saber si su disciplina es consistente.

Será un periodo difícil hasta que sus hijos comiencen a crecer con la seguridad de ser amados y valorados, hagan lo que hagan, y de que ustedes están "ahí" siempre para apoyarlos y cuidarlos. Insistimos en que durante este proceso será importante que ustedes reaccionen con calma y serenidad entendiendo este tipo de conductas, evitando en ustedes mismos sentimientos de fracaso, culpa,...

El “consuelo” (lo escribimos entre comillas) es que deben saber que no es un asunto que afecte sólo a su hijo/a y a ustedes de forma única, sino que, como hemos afirmado anteriormente, es un proceso normal y relativamente habitual en todos los niños/as. Ya, si detectan que en su hijo/a se repite más de la cuenta, sin duda se debe a que en alguna ocasión la pataleta le ha servido al niño para conseguir lo que pretendía y, como los niños son muy inteligentes, lo repiten para ver si vuelven a tener suerte.

Las pataletas corresponden a una etapa evolutiva normal y necesaria en la que el niño intenta lograr su autonomía y reafirmación, debido a la adquisición de la conciencia de sí mismo, de su propia identidad y de los adultos que le rodean ("Esta es mi mamá, éste es mi papá y voy a comprobar qué límites están dispuestos a ponerme.")

Si se tratan adecuadamente estas situaciones, esta etapa desaparecerá progresivamente.


En resumen, “¿Qué hacer ante una pataleta?

• No permitir una rabieta. Cuando comience, simplemente ignórela o contenga físicamente al niño si se trata de una conducta violenta o destructiva, mostrando una actitud enérgica y firme.

• Dar al niño una oportunidad para tranquilizarse. Lo mejor es llevar al niño a otra habitación, aislarle y decirle que esperamos que estando solo se le pase la pataleta y pueda pensar que no es correcta su actitud. Lo importante es que ellos sientan que una rabieta tiene consecuencias negativas y que no merece la pena repetir la "función".

• Muy importante: no se puede razonar con un niño si está bajo los efectos de una pataleta o mal genio. Es mejor alejarse de él. Si se le riñe o castiga físicamente en este momento, incluso podemos aumentar la intensidad de la conducta que queremos eliminar. En muchas ocasiones les hemos recomendado lo importante de una buena comunicación, pero deben saber que en el momento en que el niño está en una pataleta, no se dan las condiciones para que haya una buena comunicación, por tanto es mejor esperar a que cese la rabieta

• Una vez que haya desaparecido la pataleta, haga saber al niño/a que si está enfadado por algún motivo, la pataleta o la agresividad, no es el modo adecuado de resolverlo. Dígale que entiende lo que siente, pero muéstrese enfadado por lo que ha hecho y explíquele que su conducta es inaceptable y que en adelante no se va a permitir.

• Evitar comportamientos y actitudes de lástima o sobreprotección que nos lleven a ceder u otorgar los deseos del niño. Lo importante es mantener la calma y "poner palabra" a lo que vuestro hijo está sintiendo (rabia, miedo, inseguridad...).

• Proporcionar al niño modelos de conducta controlada que le adviertan que toda conducta agresiva o caprichosa no resulta beneficiosa. Comencemos por casa, evitando que el niño vea conductas “caprichosas” en los adultos. Todos saben que los adultos no hacen pataletas en la misma forma que los niños, pero hay comportamientos que lo son, así sea sin patalear, tirarse al piso, o tirarse del pelo, y el niño/a tiene una gran capacidad para detectarlas. El niño/a no piensa “mi papá/mamá tiene una pataleta”, seguramente su razonamiento será “si mi papá/mamá hace o dice esto o aquello, consigue lo que quiere” No subestimen la inteligencia ni capacidad de aprendizaje de sus hijos/as, les aseguramos que si algo hemos aprendido en tantos años con niños, es que a ellos nada les pasa por alto, de todo se dan cuenta.

• Mostrarse contentos y orgullosos ante los primeros intentos de autocontrol del niño. Alabar su buena conducta y el hecho de haberse serenado y tranquilizado en la habitación donde ha permanecido aislado.

• Reafirmar de manera muy positiva los logros del niño cada vez que tenga un comportamiento correcto y adecuado.

• Recuerde que sus hijos están aprendiendo a CRECER y a generar confianza en ellos mismos, y que todo conflicto puede ser una oportunidad para crecer, y no un callejón sin salida.

Y para finalizar, como mencionamos siempre, es fundamental el ejemplo, el niño que vea en casa o en la familia, o en su círculo cercano, personas que actúan de forma “pataletuda” para conseguir lo que desean, no duden de que reproducirán esos comportamientos. Por eso es tan importante tener cuidado con lo que los niños presencian.

Lina María Ramírez Velásquez
José Giménez Sánchez

miércoles, 16 de marzo de 2011

FOMENTO DE LA LECTURA EN LOS NIÑOS

FOMENTO DE LA LECTURA EN LOS NIÑOS
Por Jardín Infantil Párvulos
Deseamos hacer una reflexión sobre la importancia de que los libros y el maravilloso mundo que en ellos se guarda, son una ayuda fundamental y un instrumento imprescindible, a nuestro entender, en la formación adecuada e integral de los niños y niñas.

Según nuestra opinión, todos los profesionales que se dedican al mundo de la educación con los niños deberían tener formación sobre el uso de espacios dedicados a los libros, la Biblioteca escolar como un instrumento más en su labor de trabajo con los niños. El trabajo en la Biblioteca debe ir desde su utilización como salón de trabajo, desde donde los niños pueden viajar a los más fantásticos mundos hasta aprender sobre todo tipo de cosas, así como su uso como un recurso complementario a los proyectos que se trabajan diariamente en cada nivel educativo.
Debido a que creemos ciegamente en lo imprescindible de que el proceso formativo de los niños vaya acompañado desde sus inicios con el uso, disfrute y aprendizaje emanado de los libros y la literatura, queremos dejar en este blog una serie de recomendaciones que pueden ser de utilidad para fomentar la lectura entre los niños desde una temprana edad, para crear lo que denominamos “niños lectores”.
Conscientes de que a edades muy tempranas, el mundo de los libros para los niños es sólo una diversión o un juego, no tengan ninguna duda que el contacto y trabajo con los libros y la literatura, más adelante dará su fruto y los convertirá en niños que han crecido en un ambiente en el que los libros y la lectura son habituales, se desarrollará en ellos el gusto por la lectura y los libros, aspecto éste muy útil y formador en la persona, tanto individual como socialmente y facilitador de multitud de conocimientos. Es de sobra conocido que el hábito de la lectura es un gran estímulo a la creatividad, imaginación, inteligencia y a la capacidad verbal y de concentración de los niños.
Así pues, les dejamos los consejos para todas aquellas personas que puedan estar interesadas en trabajar desde casa en fomentar la lectura entre los niños, siendo muy importante también que desde la Institución educativa a la que asisten los niños también se trabaje adecuadamente en el fomento de la lectura y sus beneficios asociados..
Consejos para lograr niños lectores

1- En contacto con los libros desde pequeños
Un lector no nace, se hace. Con esta frase se resume muy gráficamente la importancia del contacto con los libros desde temprana edad. Lógicamente a cada edad corresponde un tipo de contacto con el mundo de los libros y la literatura, distinguiéndose, bajo nuestro punto de vista, las siguientes etapas:
• Bebeteca: Las mamás y papás leen pequeñas historias o poemas permitiendo a los niños manipular libros que serán de tela, de plástico o de cartón grueso, así, su uso les será familiar.}

• Biblioteca Infantil (esta etapa es la que llevamos a cabo en el Jardín Infantil): Llevar a los niños a leer cuentos y poemas a la biblioteca infantil y hacerlos participar de las actividades que ésta realice. (cuenta cuentos, conociendo al autor, dibujo y pintura, comprensión oral de textos, etc.).

• Biblioteca: durante toda su etapa escolar es importante, independientemente del trabajo que se haga en el colegio, mantener la Biblioteca como un lugar de visita y asistencia regular con los niños/as. Poco a poco y cuando la edad les permita hacerlo solos, se habrá convertido en un lugar de visita habitual para ellos

2- Transmitir con el ejemplo

Como dice el dicho: “A padres lectores, hijos lectores”: El niño tiene una gran capacidad de imitación, por eso, leer debería ser parte de sus actividades diarias. Si por su corta edad el niño/a no sabe leer aún, es importante que vea a papá y mamá con ese hábito en la casa, pues leer es una actitud que se contagia, por eso cuando los padres comentan lo leído despiertan el interés por la literatura.

Es muy importante en la etapa pre-lectora, que los papás les lean a los niños/as, deben compartir las lecturas de los hijos con los hijos, leer lo que ellos leen y disfrutar de esos momentos. De esta manera lograrán transmitir la pasión lectora.

Sin duda, el niño que al llegar a casa observa que lo primero que hace el adulto es encender el televisor, eso es lo que reproducirá en el futuro. Se puede sustituir fácilmente esta costumbre, tan arraigada hoy en la vida cotidiana de las familias, por la de leer (el diario, alguna publicación, …). La idea es que el niño vea hábitos de lectura

Todos sabemos que el deseo de los niños/as a tan corta edad es “quiero ser como mi papá” o “quiero ser como mi mamá”, y no duden que pondrán todo su empeño en conseguirlo, por lo tanto si ven a un papá o mamá lectores, eso es lo que ellos imitarán y, en el futuro, reproducirán.

También es muy útil llegar a casa y, tras descansar un rato conversando sobre cómo fue el día de la familia en el trabajo de papá y mamá y en el Jardín Infantil o el Colegio, aprovechar después para que sea el momento de lectura reservado cada día para compartir entre los papás y el niño/a.

3- Regalar libros

Ya sea por su Cumpleaños, por Navidad, por el Día del Niño, cualquier ocasión especial es buena para regalar un libro. Lo importante es que el niño se acostumbre a recibirlos como recibe un juguete o un dulce, es decir, que sea algo normal y no excepcional.

Cuántas veces hemos visto la mirada asombrada de un niño/a cuando le regalan un cuento y sus ojitos dicen “¿y qué hago yo con esto?” para acabar en casa en algún rincón. Todo esto se produce por la falta de normalidad que supone regalar un libro. La causa es que el niño no ha sido formado en lo increíble y divertido que puede llegar a ser un libro, por ese motivo no le encuentra utilidad ni diversión

4- No aburrir a los niños

Aspecto muy importante, debemos seleccionar los libros de acuerdo a las edades de los niños ya que muchas veces en el afán de darles mayor calidad sólo conseguimos aburrirlos con largas descripciones o lenguajes inadecuados. La lectura debe ser ágil y dinámica (no rápida) para lograr que el niño descubra en ella una manera de disfrutar diferente.

Si necesitan de algún consejo o duda, es mejor consultarlo con el profesional educativo (profesor/a, tutor académico,…), seguro les serán de gran ayuda en la elección de la literatura adecuada a cada edad.

5- No confundir “el placer de leer” con un curso de “comprensión lectora”

No debemos olvidar que la lectura es, o al menos debe ser, un placer. El niño que lee por placer no puede ser sometido a un interrogatorio tras la lectura, en el que el papá o mamá trata de investigar si el niño comprendió o no. Estas actitudes como las de dejar tareas sobre la lectura hacen que el niño las asocie a su formación académica, es decir, un curso más que odiar.

En el Jardín Infantil o en el Colegio, es seguro que ya se desarrollan actividades específicas sobre el proceso de comprensión lectora, diferenciadas del momento placentero de la lectura o escucha de cuentos, fábulas, historias,… Por lo tanto, el momento de lectura en casa debe ser un momento relajante y gratificante para todos los miembros de la familia.

6- Biblioteca personal

De la misma manera que el niño tiene una repisa o lugar para guardar sus juguetes, recomendamos también tener un lugar para sus libros, debemos enseñarles a usarlos y organizarlos (sea por tema, favoritos, cuentos, poemas, etc.) Esta biblioteca deberá ir incrementándose conforme el niño va creciendo.

7- Lectura y comunicación

Ir juntos a la biblioteca y a las librerías, hablar de sus preferencias lectoras, seleccionando los libros junto con ellos pero sobre todo dialogando sobre lo leído. No, como ya dijimos, haciendo un interrogatorio de comprensión lectora o capacidad memorística sino analizando las actitudes de los personajes, el mensaje del cuento, lo positivo que podemos extraer de cada lectura,…

8- Los cuentos más adecuados según su edad:

En este punto, y teniendo en cuenta la etapa educativa que de forma profesional formamos, únicamente vamos a tratar las edades que abarcan en el Jardín Infantil, es decir desde los 0 a los 6 años:

De 0 a 1 año: Lo más adecuado es proporcionar al bebé libros con muchos dibujos y pocas palabras, que se van leyendo mientras se le muestran las ilustraciones; aunque el niño no las comprenda las irá asociando a los dibujos, repitiéndolas y aprendiéndolas.

De 1 a 2 años: Se proporcionará libros con cuentos o poemas breves y con muchos gráficos para que el niño siga la lectura, es la fase de pre-lectura. Esta etapa es muy importante porque se crea el hábito lector y la afectividad por la lectura. Aunque el niño todavía no entiende bien todas las palabras, la entonación y el ritmo junto a las imágenes será lo que atraiga al niño.

De 2 a 3 años: Los libros de cuentos y poemas cuyos temas se refieran a las actividades de la vida cotidiana son los preferidos a esta edad. En el Jardín los llamamos “libros de conocimientos” porque nos enseñan cosas y nos sirven para aprender cosas nuevas.
Aunque los niños aún no son capaces de seguir la línea de la lectura se le motivará a pasar la página, señalar y decir el nombre de los personajes, animales u objetos haciendo una pequeña descripción de los mismos. La lectura termina cuando el niño muestra desinterés o señales de cansancio.

De 3 a 4 años: Se proporcionarán libros con pequeños cuentos, los onomatopéyicos son sus preferidos, así como las rimas. A esta edad son capaces de comprender una pequeña historia (el perro corretea al gato). Las ilustraciones, siempre indispensables, se convierten en puntos referenciales de la historia.

De 4 a 5 años: Se proporcionan libros de cuentos y poemas en los que “El mundo está animado”; los animales y objetos cobran vida a su alrededor. Aunque todavía no hay una diferenciación clara de la realidad, el niño disfruta mirando revistas o libros en los que hay muchas imágenes.

De 5 a 6 años: Se le proporcionará libros de cuentos y poemas cuyos protagonistas sean animales o elementos de la naturaleza en personificación, es decir, que hablen y actúen como humanos o también de reyes o personajes fantásticos. Los argumentos deben ser sencillos y breves con un lenguaje claro de oraciones simples.

9- Todo con amor

Finalmente el más importante de los consejos: Háganlo siempre con amor. Sin prisa, sin interrupciones, dejando ver al niño lo importante que es para usted compartir estos momentos de lectura porque usted también los disfruta con él. Definitivamente son “sus momentos de leer”

Como todo en la vida, hay que tener flexibilidad. Si un día el niño/a manifiesta estar cansado, no sucede nada si ese día no se lleva a cabo el “rato de lectura”. Los niños son tan agradecidos que seguro habrá infinidad de momentos posteriores en donde solicitarán su atención y colaboración para que les lean o compartan con ellos su momento de lectura.

Lo importante es fomentar en ellos el hábito por la lectura, y en esto es muy importante, como ya les hemos mencionado, el que vean hábitos lectores en los papás y adultos con los que más se relacionen
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Esperamos que para aquellas personas que decidan adentrarse en este apasionante mundo del fomento de la lectura y los libros en los niños, así como todos sus innumerables beneficios asociados, estas pautas les sean de utilidad.

Para finalizar, una cita que nos gusta especialmente, de unas de las más importantes personalidades del mundo romano: “Un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma” (Marco Tulio Cicerón, escritor, orador y político romano).

Lina María Ramírez Velásquez
José Giménez Sánchez
Directores
Jardín Infantil Párvulos

LA DISCIPLINA EN LOS NIÑOS



LA DISCIPLINA EN LOS NIÑOS/AS

En el presente artículo, queremos compartir algunas reflexiones y pautas sobre la disciplina en los niños que, a nuestro juicio pueden ser de utilidad en la difícil y constante tarea diaria de la formación de sus hijos. Por supuesto, son pautas que no son cerradas y que son fruto de nuestra experiencia como Directores del Jardín Infantil Párvulos y del trabajo diario con niños durante más de 15 años, en la etapa de crecimiento más determinante en la vida de un niño, que va de los 0 a los 6 años de edad.

En muchas ocasiones nos encontramos con padres y madres de familia que se encuentran desorientados o contrariados por el comportamiento de sus hijos o hijas en la casa, más aún cuando tienen la posibilidad de observar el comportamiento del niño/a en el Jardín Infantil y comprobar que dista mucho del que tiene en familia. Esto se debe, en gran medida a que:

• los niños/as saben y son conocedores de que en el Jardín Infantil hay unos límites y normas que deben cumplir,

• los niños/as saben que no están solos y que hay más niños en la Institución, por lo tanto se ven obligados y se acostumbran a tener paciencia, a esperar en sus reclamos y a no obtener respuesta inmediata a todas sus peticiones pues hay más niños/as en el Jardín Infantil, aspecto éste que en muchas ocasiones no se da en la casa.

Estas son las dos causas principales de la diferencia de comportamiento de los niños/as entre los dos contextos, el Jardín Infantil y la casa.

Fruto de esas inquietudes, hemos pensado en recopilar y facilitarles este conjunto de pautas y orientaciones, con la voluntad de hacerles llegar a todas las familias una ayuda, una información que les pueda sede utilidad


ORIENTACIONES SOBRE LA DISCIPLINA

1. CONSIDERACIONES:

"Para la mayoría de los padres disciplina equivale al castigo y eso no es cierto." La palabra disciplina significa realmente formar o enseñar, y combina tanto técnicas positivas como negativas. Cuando se trabaja la disciplina a los niños, se les enseña a comportarse. Se les dan instrucciones antes de pedirles que intenten poner algo en práctica.

Usted se convierte en modelo de comportamiento para ellos. Les señala una y otra vez aquello que están haciendo correctamente. Y cuando es necesario, les indica lo que no hacen bien. La disciplina eficaz es señalar: «Eso está bien», cuando el niño le lanza una mirada en busca de aliento mientras titubea. Cuando el pequeño va a tocar un enchufe, es decir que no
Es ignorar cuando un niño intenta repetidas veces interrumpir una conversación telefónica, pero también prestarle atención en seguida, después de que haya esperado su turno pacientemente. Y es enseñar a un niño más mayor que, aunque sea difícil, hay que saber renunciar a una disputa. Y a veces se trata de permitir que se produzcan consecuencias negativas naturales de su conducta cuando ésta no es la que los padres quieren. Los «síes» son muchas veces más importantes que los «noes» porque con el sí el niño sabrá cuándo se está comportando tal y como los padres desean.

El ser padre o madre no se completa en un día y la disciplina no es un esfuerzo intermitente. En ambos casos se trata de esfuerzos constantes y consecuentes siendo, al mismo tiempo, eficaces y afectuosos con el niño. Hay mucho que enseñar a un niño -valores, creencias y técnicas- y se requiere tiempo. Además, el niño no estará siempre dispuesto a aprender la lección. Por ello se sugiere que:

1. Los padres aprendan a relajarse, de ese modo podrán afrontar acontecimientos imprevistos y esfuerzos baldíos con más calma y más eficacia.

2. Hay que examinar metas y necesidades del niño para saber lo que se puede esperar.

3. Se debe hacer lo posible por ser constante y consecuente, diciendo lo que se piensa y pensando lo que se dice, y mantenerse firme en ello.

4. Se debe mantener una actitud positiva ante el oficio de padre y/o madre, reteniendo en la mente una imagen de cómo se quiere que el niño actúe y acordando indicarle los comportamientos que se consideran inaceptables.

Habrá ocasiones para señalar aquello que no guste, pero una actitud positiva reforzará la desaprobación del padre/madre cuando ésta sea necesaria.

2. TÉCNICAS BÁSICAS DE DISCIPLINA


Es cierto que los padres deben empezar en una etapa temprana a construir una base para comunicarse con el niño, pero no se pueden esperar resultados hasta más tarde. Pasar de más consecuencias con menos palabras, a más comunicación con menos consecuencias es apropiado a medida que el niño entra en la adolescencia. En ese momento, los padres tendrán cada vez menos control sobre las consecuencias en la vida de su hijo. Los padres que tratan siempre de razonar con un niño muy pequeño, comprueban que el niño se hace más y más difícil al ir creciendo. Luego, cuando empieza a actuar como un adolescente, intentan ponerse duros con las consecuencias fuertes. Pero el adolescente que sólo está acostumbrado a las palabras, a menudo se rebela contra las nuevas restricciones más que el adolescente normal.

En general, lo mejor es usar más dirección con un niño pequeño y más comunicación con un niño más mayor. Por ejemplo, decirle a un niño de dos años que la estufa quema puede llegar a hacerle comprender con el tiempo que no debe tocarla, pero retirar la mano y decirle firmemente: ¡no!, le hace comprender de forma inmediata lo que se le quiere dar a entender. Por otra parte, un niño de trece años al que se encuentra bebiendo cerveza puede necesitar un castigo, pero no servirá de mucho si no tiene información sobre el alcohol y las drogas.


2.1 ¿Cómo deben escuchar los padres para que el niño hable con ellos?

a) Escuchar a través del comportamiento


Los padres se convierten en expertos en leer el lenguaje del cuerpo de los niños pequeños, pero muchas veces no se dan cuenta de que los niños siguen comunicándose a través de su conducta mucho después de haber aprendido a dominar el lenguaje.

Los niños más mayores y los adolescentes se comunican no verbalmente manifestando frecuentemente sus sentimientos cuando están bajo presión. Cuando el niño empieza a actuar de una forma distinta, es posible que no se trate de una nueva etapa de su desarrollo. Quizás intente comunicar algo.

b) Definir sentimientos

Con niños pequeños, lo mejor es ayudarle a definir sus emociones. Decirle que es normal que se sienta «molesto» y que cuando se siente así, debe pedir ayuda. Se debe añadir una consecuencia, tal como, «cuando tires las cosas no las volverás a ver durante dos días». También se puede sugerir una consecuencia tal como, «cuando necesites ayuda pídela, estaré muy orgullosa de ti y te ayudaré con gusto». Por supuesto que después hay que hacerlo, amablemente y en seguida

El proceso de enseñar a un niño a identificar y expresar sus sentimientos supone años y mucha insistencia, pero habrá muchas oportunidades para ayudarle a interpretarlos. A medida que se vaya haciendo mayor, se debe empezar a ser una especie de detective en lugar de dar la definición solamente, por ejemplo: "Suena como si estuvieras enfadado con Samuel", o, «Parece que te preocupa algo. ¿Qué crees que es?» Luego, tras una corta charla, quizás el niño informe que está «celoso» de Samuel porque tiene más éxito con la gente, o porque lleva juguetes al Jardín,…El identificar los sentimientos es una habilidad que necesita refinarse, así que hay que ser paciente.

c) Tiempo para escuchar


Hay ocasiones en las que es difícil encontrar un momento para escuchar al niño, pero es esencial hacerlo si se quiere conseguir una buena comunicación y se ha de mantener la onda disponible cuando realmente se precise. También es esencial para él tener la oportunidad de hablar con el padre y la madre individualmente, especialmente en familias de padres sin pareja de padres de hijos distintos, o de divorciados. Cuando llega la adolescencia puede ser difícil empezar a escuchar y hablar. Pero si se ha comenzado pronto, la buena comunicación puede allanar el camino.

Se debe permitir a los niños que cuenten sus experiencias cotidianas y sentimientos a sus padres, que se sientan libres para darles detalles de lo que les está ocurriendo, no basta con mantener alguna conversación profunda de vez en cuando. La comunicación no es sólo una cuestión de calidad, sino también de cantidad. Este es un punto extremadamente importante y nunca se hará bastante hincapié en ello. Una gran conversación nunca compensará años de silencio.

d) Pasos que ayudan a mantener una comunicación con el niño, tanto en calidad, como en cantidad.

1. Comuníquese regularmente. Asigne un rato cada día para hablar con el niño, aunque sólo sean cinco minutos a la hora de acostarse. Siéntese a hablar. El tiempo variará, pero el hecho debe fijarse en el horario.


2. Dispóngase a hablar. Cuando el niño pide a sus padres que hablen con él o da pistas no verbales de que algo le está preocupando, es bueno sentarse en un lugar privado cuanto antes o acordar una cita con él para hablar más tarde. Particularmente con los niños pequeños, lo mejor es hablar en ese mismo instante. Normalmente se trata tan sólo de unos minutos y esto hace que el niño piense que lo que tiene que decir es lo bastante importante para que sus padres dejen lo que están haciendo y le escuchen

3. Si no hay otro remedio que aplazar la charla, se debe asignar otro momento más tarde: «No podemos hablar ahora porque hay demasiado ruido, pero hablemos de ello en tu habitación esta noche en cuanto estén recogidos los platos de la cena». Asegúrese siempre de cumplir la cita.

4. Préstele la máxima atención. Diga al resto de la familia que no moleste, acuda a un lugar privado y actúe como si tuviera todo el tiempo del mundo para escuchar. Preste al niño la misma atención que la que se prestaría a un amigo que viniera a hablar de un problema importante.

5. Inicie la conversación. Algunas veces, cuando los niños quieren hablar, les cuesta mucho arrancar. De modo que pueden ser de ayuda frases como «Hablemos» o «Dime lo que te preocupa». Cuanto más específicas sean las frases de apertura, mejor. Se puede decir, por ejemplo, «Cuando llegaste del colegio hoy, parecías muy triste, ¿me quieres contar qué te ha pasado?». Si el niño indica que, en efecto, pasó algo en la escuela pero no quiere hablar de ello en ese momento, debe saber que habrá tiempo para hablar más tarde.
Si el niño suele responder con una pequeña ayuda adicional, hágalo suavemente para ayudarle a arrancar. Intente contarle un cuento o lea un libro, verdadero o ficticio, sobre una situación similar. A veces la mejor manera de ayudarle a empezar es sentarse abrazándole y esperar tranquilamente a que arranque.

6. Mantenga la conversación. Una vez que se ha comenzado la conversación, utilice todos los medios para mantenerla. Los adultos tienen la tendencia a dar soluciones, consejos, o incluso a hacer discursos a los niños. Hay que resistir la tentación. Muchos niños se quejan de que no pueden comunicarse con sus padres porque cada vez que lo intentan, se les lanza un discurso. ¡Simplemente hay que escuchar!
Utilice preguntas para suscitar la confianza y para que el niño continúe hablando. « ¿Y entonces qué pasó?» « ¿Qué dijo?». O bien haga afirmaciones de apoyo que muestren comprensión por lo que el niño siente. «Seguro que eso te enfureció, a mí me habría herido mucho si me hubieran hecho eso.» O incluso exclamaciones cortas como « ¡Oh no!» o « ¡Aj!» pueden hacer avanzar la conversación.
Trate de que el niño refleje lo que está haciendo, como una forma de persuadirle para que comparta sus sentimientos. Desarrollada hace muchos años por el Dr. Carl Rogers, esta técnica es utilizada por muchos terapeutas que trabajan tanto con niños como con adultos. También fue denominado «escuchar activamente»

¿Qué es escuchar activamente? El escuchar activamente significa repetir al niño lo que ha dicho o interpretarlo. Si el niño dice, «Juan me ha pegado», el padre responde, « ¡Te ha pegado!». A continuación, para conocer sentimientos más profundos, los padres pueden responder con algo como: “Juan es tu mejor amigo, seguro que te hirió mucho el que fuera él quien te pegara” Aunque no se acierte, incluso una interpretación poco exacta provocará, normalmente más respuestas por parte del niño

Sígale el hilo al niño como un científico simpático en lugar de un policía haciendo una interrogación. Los padres han de pensar que se deben poner a la altura de la visión del mundo que el niño tiene, no necesariamente de la «verdad» exacta sobre lo que ocurrió. No hay que exagerar ésta o cualquier otra técnica. Si se repite cada afirmación que el niño hace o se hacen demasiadas preguntas, quizás el niño se sienta incómodo o se interrumpa.

Haga saber al niño que se aprecia su esfuerzo por compartir. Cuando el niño habla a sus padres de acontecimientos importantes de su vida, éstos deben expresar que les parece fantástico. Se le puede decir simplemente «Gracias por contarme esto». O quizás, «Sé que te habrá sido difícil hablar de eso. Me alegro de que sientas que puedes hablar conmigo cuando algo te está preocupando». Otra manera de compartir los sentimientos es abrazarlo.


2.2 ¿Cómo hablar al niño?

Si los niños se hacen los sordos continuamente cuando se les pide algo no es porque sean sordos. Se trata de una tendencia a desconectar hasta que el volumen de la voz paterna llega a un punto crítico determinado en el que el niño sabe que la cosa se está poniendo seria.

Para acabar con este problema se requieren dos ingredientes esenciales: los padres tienen que decir lo que piensan y pensar lo que dicen. Es decir deben elegir sus palabras con cuidado y después apoyarlas con acciones justas, consecuentes y con sentido. El niño aprenderá rápidamente a escuchar la primera vez que se le pida algo. Para lograr esto es preciso:

1. Establecer un contacto visual:

Ya que los niños se distraen con tanta facilidad, los padres deben asegurarse de que el niño les mira cuando le están hablando. Este podría ser el factor más importante para conseguir que el niño siga las instrucciones de sus padres o simplemente para que escuche. Hay que enseñar lo que significa el contacto visual. Es muy útil en este sentido, enseñar con el juego de las miradas: sentarse cara a cara aproximadamente a un metro de distancia y ver quién es el primero en desviar la mirada. Cronometre al niño, indicándole cuánto tiempo aguantó la mirada. Si el niño es muy tímido o se siente incómodo mirando directamente a los ojos de sus padres, conviene enseñarle a mirar a la boca o a toda la cara.

Hay veces en las que es necesario usar el contacto físico para conseguir la atención de un niño. En este caso, es conveniente tocarle ligeramente el hombro o, si es necesario, orientarle hacia sí colocándole las manos sobre el hombro y girando al niño suavemente. Hay que usar esta técnica sólo como recurso e intentar eliminarla en seguida. En un niño más mayor un mero rozamiento de hombro podría provocar una confrontación inmediata en vez de conseguir que escuchara.

Cuando el niño mira a sus padres cuando éstos están hablando, es bueno elogiarle por ello y manifestarle que se le agradece. Más adelante, se le puede elogiar por escuchar y por hacer lo que se le pide sin demora.

2. Hablar con voz sosegada y firme

Si siempre se habla al niño con voz severa o se levanta la voz al pedirle algo, aprenderá a desconectar hasta que la voz de sus padres alcance el volumen máximo. Si los padres se dan cuenta de que cada vez levantan más la voz deben detenerse, respirar profundamente, restablecer el contacto visual, hablar lentamente y con mucha claridad. Decir, «Pedro (con largas pausas entre palabra y palabra, contacto visual), quiero...que...recojas...tu...ropa...y... que...la...pongas...en...el...cesto...ahora». Poner un «punto final» al final de la frase.

3. Evitar utilizar preguntas en lugar de afirmaciones

Si se le dice al niño, « ¿Te parece bien si recoges la ropa?» no sería de extrañar que contestara, « ¡Ahora no!». Si se le dice, «Ahora podemos fregar los platos», le da lugar a decir «No, ahora no». Cuando no hay ninguna duda sobre lo que se quiere que haga el niño hay que hacer afirmaciones definitivas que le indiquen exactamente lo que tiene que hacer, cuándo, dónde y cómo.

4. Utilizar frases sencillas

No se deben usar palabras que el niño no comprenda. Hable clara y sencillamente. No hable demasiado. Las instrucciones o explicaciones largas pueden hacer que el niño pierda interés o se olvide de lo que se le dijo al principio. Los niños tienen una capacidad limitada para recordar retahílas de información verbal. La comunicación corta y simple con su consecuencia lógica será comprendida y recordada infinitamente mejor que un largo discurso. En vez de extenderse sobre la responsabilidad, el significado del dinero y la inflación mundial, es mejor ofrecer al niño una elección clara: «O guardas la bicicleta ahora o no la verás durante el fin de semana».

5. Decir al niño lo que se piensa

Los padres deben explicar al niño los sentimientos que producen sus acciones o actitudes en lugar de criticarle directamente. Por ejemplo, «Me enfado mucho cuando dejas el cuarto de baño desordenado y lo tengo que limpiar yo». O, «Temía que te hubieras perdido cuando no llegaste a casa a la hora». Si se conjugan las frases en primera persona en lugar de en segunda se puede evitar la crítica, las culpabilidades, o el ataque directo sin dejar por ello de expresar emociones fuertes con eficacia.


3. CONSIDERACIÓN FINAL

Finalmente, es importante que destaquemos que todas estas recomendaciones no pretenden ser un dogma, sino simplemente una serie de orientaciones para mejorar el manejo de la disciplina y como ir aplicándola en la formación diaria de sus hijos. De todas maneras, no debemos olvidar que el punto más importante y principal es el ejemplo, pues los niños aprenden por imitación. Por lo tanto, ese será el punto de partida de cualquier pauta, el tomar plena consciencia de que es muy difícil, por no decir imposible, pedirle a un niño o niña una serie de acciones o comportamientos que son contrarios a los que él ve, vive y siente diariamente en su contexto más cercano.


LINA MARÍA RAMÍREZ VELÁSQUEZ
JOSÉ GIMÉNEZ SÁNCHEZ
DIRECTORES

JARDÍN INFANTIL PÁRVULOS

http://www.jardinparvulos.com/