Siguiendo con los artículos enfocados en la formación de sus hij@s, a continuación presentamos una serie de consideraciones relativas a la dificultad que presentan algunos niñ@s con los alimentos, más concretamente a su negativa a recibirlos.
A pesar de que el rechazo a la comida es algo más o menos común en alguna etapa del niñ@ entre los 2 a 6 años de edad, es importante tener en cuenta todas las siguientes pautas, para que tal actitud no genere una situación de conflicto que convierta un momento tan importante y familiar como es el desayuno, almuerzo o la comida, en una situación tensa y conflictiva.
En primer lugar, hay que plantearse: “ ¿Por qué no come un niño?
Lo primero que hay que descartar es que la negativa del niño a recibir comida sea por algún problema de tipo médico que pueda presentar el pequeño.
Una vez descartada cualquier patología que pueda interferir en la ingesta de alimentos, hemos de tener claro que un niño, hasta que no alcanza una edad determinada, no sabe convencernos con sus palabras cuando quiere captar nuestra atención, por el motivo que sea.
Entre los 2 y los 6 años la mayor parte de los niños pasan por más de un episodio de inapetencia que se resuelven de forma espontánea sin originar ningún problema. Un niño sano al que se le ofrece regularmente una comida adecuada, no se alimenta mal, aunque tome muy poca cantidad e incluso algún día casi no coma nada.
Una buena forma que tienen l@s niñ@s para captar nuestro interés es negándose a recibir alimento. Esto se produce porque ve de forma clara que, inmediatamente, ponemos nuestra atención en él cuando dice que no quiere comer. En este punto hay que ser cuidadoso y saber detectar cuándo la no recepción de alimentos es una forma de llamar la atención, pues es algo que utilizarán los niñ@s como forma de manipular a los papás o persona que esté cuidando de él. Hay multitud de motivos por los que los pequeños desean llamar nuestra atención, unos pueden ser más comprensibles (ausencia del papá o mamá por motivos de viaje,...) y otros más en forma de pataleta (protesta porque desea algo que no se le da por algún motivo). En ambos casos es importante hablar con él y argumentarle el motivo, dejándole claro que no va a cambiar nada el hecho de que no quiera recibir alimento.
En este punto, reiteramos lo que ya les hemos mencionado en artículos anteriores, cualquier actitud o comportamiento que tenga como función llamar nuestra atención, cuanto menos atención le prestemos cuando inicia el comportamiento, más rápido el verá que no consigue su propósito y dejará de hacerlo.
¿El niñ@ come lo suficiente?
La principal preocupación de papá, mamá o persona que cuida del niñ@ es saber si está comiendo lo suficiente para su buen desarrollo y crecimiento.
Una buena forma de saber si el niñ@ recibe suficiente alimento es apuntar lo que come durante una semana. El mismo sistema se puede emplear cuando queramos ampliar la variedad de su dieta. Se le debe ofrecer una dieta variada y completa, y según las edades, las raciones serán de mayor o menor tamaño.
Muy importante, y motivo para otro artículo, es enseñar al pequeñ@ a comer de todo desde bebé (fruta, verdura, legumbres,...), con la finalidad de que más tarde, al no estar acostumbrado su paladar, comience a decirnos que tal o cual alimento no lo come porque no le gusta. Si no hacemos esto, reduciremos la dieta del niñ@ y le estaremos dando un motivo para no recibir alimento, el típico “mami esto no me gusta”. Si desde pequeños les acostumbramos a recibir una dieta variada, además de favorecer su correcto desarrollo y crecimiento con todo tipo de alimentos, más tarde no tendremos problemas de alimentos que no les gustan.
¿Qué hacer ante la inapetencia?
Los especialistas en psicología infantil coinciden en la idea de que si el niño se niega en rotundo a comer no se le debe a obligar a ello, aunque al menos se debe intentar. Lo que si está claro que no se debe hacer, es pasar horas delante del plato hasta que el niño coma (una cosa es la paciencia y otra la lucha hasta el agotamiento). Lo mejor es conseguir hacerle ver, que todo lo hacemos por su bien, o no será un niñ@ san@ y grande y no podrá hacer las cosas que hacen otros niños de su edad.
Hay que evitar, en la medida de lo posible, las recompensas materiales; es decir, premiarle si come con tal o cual cosa, ya que llevaremos al niñ@ a pensar que si come nos está haciendo un favor. En caso de recompensarle porque ha dejado la actitud de no querer recibir alimento, es mejor que opten por recompensas no materiales. Se puede hacer ver al niño que si no come lo que le servimos no podrá salir al parque con sus amigos, no podrá ver su película favorita o no podrá ir de visita a la finca de unos amigos. No obstante, siempre es mejor no tener que recurrir a estos términos. Hay que hacerle ver que comer es una obligación, no un capricho o un favor que nos hacen, así como hablarle sobre los beneficios que ingerir alimentos tiene para su salud y buen desarrollo.
¿Cómo ayudarle a comer mejor?
Las siguientes pautas son importantes a tener en cuenta para evitar el temido “no quiero comer”
• Proponga un menú escrito para toda la semana. Este menú, si el niño tiene más de dos años, será el mismo que el resto de la familia. El escribirlo evitará que se hagan cambios para adaptarse más a sus gustos, en el caso de que no quiera comérselo.
• Debe haber un lugar específico para recibir alimentos, y siempre debe ser el mismo lugar. Los niños se sienten mejor si se respetan sus rutinas. Si una vez come en la cocina, otra en el salón, otra en su habitación mientras ve la TV y al día siguiente en casa de la abuela, le estaremos alterando sus rutinas diarias y esto comportará una fuente de distracción para él.
• Evitar distracciones. La televisión no debe ser compañero habitual en la comida. Si durante ese momento proliferan los juegos, cuentos y disfraces, tenderá a prolongar el rato de la comida para que dure más la “función”. Nosotros mismos le estaremos apartando del objetivo, que es comer. Además, es muy importante fomentar la hora del almuerzo o la comida como momentos para compartir en familia, donde deben aprovechar para hablar y dialogar entre todos los miembros, creando así excelente ambiente de comunicación.
• En la noche, hay que procurar que la comida no sea inmediatamente antes de irse a dormir, en primer lugar porque acostarse inmediatamente después de ingerir alimentos, puede provocar trastornos digestivos. Por otra parte, como decíamos en el artículo “El niño que no quiere ir a dormir”, si un niño pone problemas a la hora de irse a acostar y sabe que cuando acabe de comer debe hacerlo, sin duda utilizará todos los medios que estén a su alcance (“no me gusta, está muy caliente, no tengo hambre,...”) para prolongar al máximo el momento de la comida. Si esto se produce, es conveniente utilizar la técnica del reloj en la mesa para no demorar en demasía la comida.
• Limitar el tiempo. Los niños pequeños no suelen tener buenas referencias del tiempo que emplean en hacer algo. A pesar de ello, hay que hablarles de que el momento del desayuno, almuerzo o comida, como todas las rutinas familiares (baño, juego,...) tienen un tiempo determinado para llevarse a cabo. Así como uno no se puede estar una hora en la ducha, tampoco se puede eternizar la hora del almuerzo. Para ayudarles es muy útil (en aquellos casos que haya una demora grande) colocar un reloj en la mesa y señalarles el punto en el que, al llegar la aguja grande a él, sonará una alarma que será la señal para retirarles la comida si no la han terminado. Lógicamente, para utilizar esta técnica, hay que tener en cuenta la edad del niñ@ y el tiempo aproximadamente “normal” que necesita para acabar sus alimentos. Como norma general, se puede afirmar que un niñ@ suele comer en unos 30 minutos.
• No se debe ofrecer un plato alternativo si no quiere comer. Le ofreceremos una sola comida y si no quiere, pues no pasa nada. Se queda sin comer y no se le da otro plato distinto, pero sin dramas ni castigos. A un niño sano no le pasa nada si no le insistimos, ni le reñimos por no comer.
• Es muy importante ofrecer una ración adecuada para el niñ@. En ocasiones la cantidad de alimento que se sirve al niñ@ es demasiada para su edad, lo cual puede provocar que, a la hora de almorzar o comer, no le apetezca recibir más alimento pues aún tiene en su estómago el exceso de comida anterior. Una ración demasiado grande hará que al niñ@ se le dificulte recibir las comidas posteriores o provoque el vomito del niñ@ por exceso de comida. Hay que servirle la ración justa para su edad.
Por último, y como les hemos recomendado siempre, es fundamental que papá y mamá hablen e informen a las personas implicadas en el cuidado del niñ@ con la finalidad que, todas las técnicas y recursos que la familia adopte, sean seguidas de igual forma para que todos vayan en la misma dirección. No sirve de nada actuar de una manera en casa, y, cuando los papás no estén, la empleada, los abuelitos, o la persona encargada, pase por alto las recomendaciones y permita que el niñ@ se salga con la suya, sea con este tema de los alimentos, o cualquier otro. Si esto se produce, rápidamente comenzaremos a escuchar la preferencia del niñ@ por “Almorzar / comer con tal o cual persona “ o “en tal o cual sitio”, en lugar de con los papás, y ello es un retroceso en el proceso iniciado de la correcta ingesta de alimentos.
Recuerden que papá y mamá son los responsables de la formación y educación de sus hij@s, así como de las normas que deben seguir. Cualquier otra decisión, además de poner en riesgo cualquier proceso que se inicie, puede acabar en situaciones de conflicto o desavenencias entre las personas que colaboran en la formación del niñ@.
JARDÍN INFANTIL PÁRVULOS
DIRECTIVA
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