Uno de los grandes logros en la vida de
todo bebé es... aprender a estar sentado en el suelo. Al principio se
balanceará de forma algo errática, y seguro se dará algún que otro coscorrón.
Por eso papá y mamá habrán de ser muy cuidadosos, vigilar bien al bebé cuando se
siente sobre superficies muy duras, y evitar que lo haga sobre una mesa o un
lugar elevado. Poco a poco irá descubriendo por sí mismo qué es eso del “equilibrio”.
Lo irá mejorando y afianzando, y cuando lo haya dominado, habrá alcanzado una
nueva etapa en su desarrollo. Esto sucede aproximadamente entre los siete y
nueve meses.
En esta etapa, el bebé contempla su mundo
de otra manera, de una manera más similar a la nuestra, ya que se encuentra en
una posición más vertical. Esto le permite girarse para observarlo todo,
inclinarse para recoger sus juguetes favoritos, y comenzar a gatear de una forma
más veloz que hasta ahora. Es más, A partir de ahora esa va a ser una de las
maneras de descubrir su entorno. Por esta razón es habitual que muchas familias
decidan comprar un “corral” donde dejar al bebé por momentos, con la finalidad
que no “visite” zonas poco adecuadas para él (cocina, escaleras, …)
Comienza de esta manera, una nueva
preocupación para los padres, asegurarse de no dejar al alcance del bebé ningún
objeto potencialmente peligroso, ya sea por que pueda cortarle, porque se le
pueda caer encima o porque se lo pueda meter en la boca y tragárselo. Si alguna
vez papá y/o mamá se descuidan y lo ven cerca de algún objeto peligroso, no se
debe regañarle ni gritarle. La culpa ya es de los padres, ya que el bebé hace
lo que sabe hacer: investigar y aprender.
El pequeño va poco a poco descubriendo el mundo.
Nuestra actitud debe ser cariñosa y firme: apartarlo de las zonas que comporten
peligro y darle afecto. Si se enfada, de poco servirá darle explicaciones, ya
que no las va a entender.
Lo que sí es capaz de apreciar ya de una
forma muy clara es nuestra actitud. Con ella le estamos comenzando a transmitir
cómo afrontar, por ejemplo, las frustraciones. Y esto es algo mucho más
importante para él de lo que parece.
Que no nos entienda no quiere decir que
no sirva de nada hablarle. Al contrario, al bebé le encanta, y necesita,
nuestra conversación. Aunque no entienda el significado de nuestras palabras, y
por lo tanto no podamos transmitirle todavía mensajes complejos a través de
ellas, sí capta buena parte de la esencia de su sentido. Es decir, comprende
perfectamente nuestro estado de ánimo: mucho mejor de lo que imaginamos.
“¡Papáaaas! ¡Mirad qué grande es este
osito que tengo en mi cunita! Por algún motivo, los sonidos que salen de mi boquita
casi no se parecen a los que hacéis vosotros, pero sé que me entendéis perfectamente.
Este lugar está lleno de juguetes maravillosos, pero juego más a gusto con
ellos si sé que estáis cerca. Además, así jugamos juntos. Yo tiro los juguetes lo más lejos que
puedo y vosotros los recogéis. Una y otra vez. ¡Es muy divertido! Me encanta el
ruido que hacen al caer e incluso me provocan carcajadas. También cuando choco
unos con otros, sobre todo si veo que a vosotros os llama la atención.
Me encantan todos los ruidos, son todos
muy interesantes, pero los que son muy agudos... esos son malos de escuchar”
Estas son algunas de las cosas que ya sé
y me gusta hacer:
• Ya sé a quién llamáis cuando pronunciáis
mi nombre. Me giro y os miro.
• Cuando necesito mimos, estiro los brazos
y os miro fijamente. Lo que no entiendo es por qué a veces no me hacéis caso...
¡prestadme atención!
• ¡Entiendo ya muchas cosas! Por ejemplo,
cuando me decís “ven”, o “adiós”.
• Si me enseñáis, puedo mover la mano para
despedirme. Me encanta hacerlo porque veo que os hace mucha gracia y os reís
mucho cuando me veis hacerlo
• Sé decir cosas muy interesantes, como
por ejemplo: “ba-ba-ba-ba-ba-ba”, o “¡TÁ! - ¡TÁ!”.
Estas son el tipo de cosas que necesito:
- Seguridad. Lo que más me gusta es sentirme a gusto, en compañía de las personas que me son más próximas y muy querido por ellas, y limpito. También me gusta hacer siempre las mismas cosas en los mismos lugares: dormir, comer, jugar, bañarme... Por cierto, ¡es importante que respetes mis horarios! A mí también me gusta hacer esas cosas a las mismas horas.
- Es mejor que me acostumbres a dormir solo, porque esto es fundamental para mi descanso y desarrollo.
- Mientras aprendo a mantenerme sentado solito, me iría muy bien que pusierais a mi alrededor cojines. Así amortiguarán los golpes si no mantengo el equilibrio.
- No me dejéis mucho tiempo solo en el parquecito o en la silla, ya que me aburro y me pongo triste. Cuando me saquéis de ellos estad cerca, por favor.
- Permitidme que pueda moverme por un lugar amplio. Si me ponéis los juguetes que me gustan a cierta distancia, os podré demostrar que soy cada día más capaz de desplazarme hasta ellos un poco mejor
- Me encanta que juguéis conmigo a hacer ruidos raros. Con la boca, con sonajeros, con las palmas de las manos. Con lo que sea. ¡Me encantan los sonidos!
- Uno de los juegos que más me gusta es el de las palmitas.
- Me encantan también todos los juegos de reír. Y ese de mirarnos juntos al espejo.
- Todo lo que se repite es divertido. Repetidme las canciones que más me gustan. Repetid los sonidos que hago. ¡Me encantan las repeticiones!
- Permitidme probar nuevos sabores y texturas de comida. Me gusta experimentar, y para mi buen desarrollo, necesito conocerlos.
- También quiero conocer objetos muy diferentes, y mejor si cuando los conozca me vas diciendo sus nombres.
Y hasta aquí nuestro artículo de esta semana. Nos
vemos la próxima semana con un nuevo artículo.