El bebé parece haber descubierto que la boca
es el mejor invento del mundo. Todo se lo lleva allí, como si fuera un sofisticado
sistema de radar capaz de ayudarle a comprender mejor cualquier objeto. Al
mismo tiempo, sus padres han desarrollado un gran aprecio por los mordedores.
Son instrumentos mágicos y muy útiles, pues el/la pequeñ@ se entretiene durante
largos ratos, mientras que sus padres pueden dedicar esos ratos al tipo de
tareas que les ocupaban hace tiempo.
Se lo pasan todos muy bien. El bebé sonríe
cada vez más, sigue a papa y mama con la mirada a todas partes. Cuando lo dejan
boca abajo, lleno de curiosidad, el bebé levanta su cabecita, que tiembla y se
balancea un poquito, y les mira, con ojos atentos y asombrados. Este acto es
una muestra de una gran fuerza interior que el bebé ya muestra desde tan
temprana edad. Y esta fuerza interior es la que le impulsará desde ahora mismo
hacia su futuro, a captar y comprenderlo todo. Esta fuerza es su mayor tesoro.
Aquél que todas las madres y padres debemos esforzarnos más por cuidar y alimentar.
Cuando no le hacen caso, el bebé se enfada. Esto
es debido a que está desarrollando ya otra de las características
propias del ser humano, el sentido de pertenencia a un grupo. El suyo, claro,
es su familia. Si fuera por él, se pasaría el día bien apretadito junto a papá
y mamá.
Utiliza las más variopintas estrategias para
llamar la atención, pero destacan reírse y refunfuñar. Es importante hacerle
saber que estamos con él, aunque en ese momento estemos ocupados en otra cosa o
actividad. Le dirigiremos palabras
confiadas y suaves para no alarmarle. Y en cuanto sea posible, lo abrazaremos y
acariciaremos.
Para el bebé de esta edad, mamá y papá son
las personas más confortables y que mejor huelen y suenan del mundo. De hecho,
ya ha aprendido a identificar a los extraños: “Esta señora es nueva, no la
conozco”. A medida que su personalidad se vaya desarrollando, y también según
la actitud de la persona que se le acerque, el bebé ya decide si sonreír o no,
si retirar la mirada, o si echar a llorar. Es importante saber que ninguna de
estas reacciones es mejor o peor que las demás. Son, sencillamente, sus primeros
impulsos. Debemos enseñarle a interpretarlos con palabras cariñosas.
En este período se inicia uno de los procesos
más maravillosos para los padres. Cuando éstos le hablan al bebé, o le cantan,
el bebé comienza a responderles. A veces la respuesta es una pedorreta. Otras
veces el bebé responde con un balbuceo: “ba”, que los papás suelen incorporar a
su léxico como si fuera el latiguillo de moda.
Aunque aún le queda mucho para comenzar a
andar, el bebé ya mira sus pies con una fascinación absoluta. Si está en la
cuna boca abajo, no duda en girarse para ponerse panza arriba y tocar sus
pequeños pies. Su propio cuerpo es otro de esos mundos nuevos que poco a poco
va aprendiendo a conocer. Por eso, suele quedarse totalmente asombrado cuando se
mira al espejo y se reconoce. Es como si pensara: “¡Pero si ese soy yo!” Este es el maravilloso primer paso de una investigación que
no terminará nunca, porque, al fin y al cabo: ¿quién se conoce a sí mismo del
todo?
¿CÓMO SOY? ¿QUÉ NECESITO?
Parece como si el bebé de esta edad pensara:
-
Papá, mamá, esto de ser bebé es cada vez más divertido. Yo me lo paso muy
bien, y seguro que vosotros también. Aunque hay veces que, cuando os asustáis
por algo, yo también me asusto. Poco a poco voy aprendiendo que la vida está
llena de alegrías y sustos. ¡Creo que me va a gustar!
El bebé sigue creciendo a gran velocidad. En
esta etapa la vista del bebé va mejorando, comienza a distinguir los colores,
por los que sentirá una gran atracción, ¿por qué?... sencillo, todo el mundo está
lleno de colores y esto es motivo de inspección por parte del pequeñ@
Papá, mamá, estas son algunas de las cosas
que ya sé y me gusta hacer:
• Descubrir
mi alrededor. Mirando, escuchando, tocando. A veces no me acuerdo de que no me
muevo del todo bien, así que no me dejéis solo encima de una cama, porque en
cualquier momento puedo echar a rodar más rápido de lo que pensáis.
• Sujetar
cosas con las manos y llevármelas a la boca. Si me dejáis ensayar un poco con
el biberón, enseguida seré un profesional en su uso. Eso sí, no os olvidéis de
cerrar bien la tapa ¡Gracias!
• Me
encanta babear. Esto es porque hacia los seis meses me comienzan a salir los
dientes incisivos, y la boca se me llena de saliva. Por eso me gusta tanto el
mordedor.
• Aunque
penséis que no me entero de nada, disfruto cuando me contáis cuentos. Es cierto
que mi comprensión es aún un poquito limitada, pero pocas cosas en el mundo me
hacen tan feliz como comprobar que sois capaces de pasaros un buen rato
hablándome, cantándome o haciendo muecas raras para hacerme reír.
• No
me gusta llorar, pero todavía sé hacerlo muy bien. Atención: lloro de forma un
poco diferente según cuál sea el motivo. Así que atentos.
• Estar
limpito y bien alimentado (la leche de mamá sigue siendo la mejor para mí) son
mis dos necesidades principales. ¡Pero no las únicas! Recordad que soy una
personita.
Estas son el tipo de cosas que necesito:
·
Atención, y muchísimo cariño. Dejad que aprenda a acariciaros la cara yo
también con mis manos.
·
Ir a todas partes con vosotros. Cuantos más entornos y lugares nuevos vea,
y más sensaciones reciba a través de los sentidos, mejor.
·
No os olvidéis de que percibo el frío y el calor igual
que vosotros. No me abriguéis demasiado, ni
me dejéis a la intemperie. Cuando vamos de paseo y hace sol, no me gusta que me
dé directamente en la cara, así que os agradezco si colocáis una sombrilla que
me proteja.
·
Mi ropita debe seguir siendo cómoda. Si además de cómoda es bonita, estupendo.
¡Pero por favor que no sea más bonita que cómoda!
·
Me encanta estar tumbado en sitios diferentes a la cuna o la alfombra. Por
ejemplo, la hierba. Buscad un lugar así, diferente. Soy feliz experimentando
nuevos ambientes y serán muy importantes y útiles para mi desarrollo
neuro-sensorial
·
Todavía me gusta mucho dormir. Por eso dedico la noche a dormir hasta diez
horas (sólo me levanto para reclamar mi ración de alimento) y durante el día
aún hago tres o cuatro siestas.
·
Para dormir sí prefiero hacerlo siempre en el mismo sitio.
·
En el momento del baño, aprovechad para acariciarme y cantarme. La mezcla
de agua tibia, temperatura agradable y mis papás queriéndome es la mayor de las
fiestas para mí.
Y aquí finalizamos este artículo dedicado a la
evolución y desarrollo del bebé entre los 4 y los 6 meses de edad. Nos vemos la
próxima semana con un nuevo artículo.
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