Imaginemos
que se encuentra con una amiga en el supermercado, donde se encuentra usted
feliz comprando con su hija de tres añitos. De repente, su hija se agarra
fuertemente a su pierna y no responde al simple saludo de su amiga : “¿Cómo estás Isabella?” Usted se
sorprende ante esta extraña conducta y le pregunta a su hija: “¿Qué te sucede Isabella? ¡Si tú amas a
Catalina!”
La
situación descrita arriba es más habitual de lo que usted cree. Miles de padres
y madres quedan confundidos ante la “parálisis” de su hijo/a cuando alguien le
pregunta algo. Mientras algunos niños se acercan al mundo con una curiosidad
desatada, otros le ponen freno y prefieren “mirar bien antes de saltar”. Ambos
comportamientos o actitudes son normales, y cada una refleja una forma de ser
innata.
Usando
otras palabras, la timidez no es un problema en sí mismo. Sin embargo, se
convierte en un problema cuando llega a ser tan intensa que le impide al niño/a
hacer amigos, o participar en actividades sociales fuera de casa, como ir a una
fiesta de cumpleaños o a la biblioteca. Enseñar habilidades sociales o juego de
roles sobre varias situaciones sociales, puede ayudar al niño en edad
preescolar a reducir su timidez e incrementar la confianza en sí mismos.
Cómo prevenir el problema
- Desarrolle expectativas y objetivos realistas.
Desde el punto de vista de su etapa de desarrollo, no es realista esperar que
su hijo/a actúe de cierta forma ante otras personas. Por ejemplo, si su hijo/a
de dos años no está listo para ir a una fiesta de cumpleaños y usted lo obliga
a asistir, únicamente le producirá más temor respecto a futuros eventos
sociales. Los niños/a en edad preescolar superan su timidez a medida que adquieren experiencia
interactuando con otros. Sin embargo, no es bueno esperar cambios de la noche a
la mañana.
- Acepte la timidez de su hijo/a. Los niños nacen
con distintos temperamentos: algunos son amistosos y extrovertidos, otros son
más cautelosos y tímidos, y otros van y vienen entre los dos extremos. En lugar
de enviar a su tímido/a hijo/a el mensaje de que algo malo ocurre con él porque
no actúa de acuerdo a las expectativas paternas o maternas, acepte su timidez
como parte de su temperamento único.
- Elogie a su hijo/a. En el momento en que su hijo/a
haga un comentario o participe en una conversación, elogie esta conducta. Por ejemplo
es bueno decirle “…Me gusta mucho eso que
dices sobre el cachorro de Samuel, es cierto, tiene una pata blanca, qué lindo…”
- Sea un buen modelo a seguir. Ofrezca a su
hijo/a muchas oportunidades de verlo a usted interactuando con más personas en
situaciones sociales. Adicionalmente, realice juegos de roles en diferentes escenarios
con su hijo y enséñele qué decir en
algunas situaciones. Por ejemplo es útil decirle al niño/a: “Cuando la gente me pregunta cómo estoy,
normalmente contesto: “Bien, gracias ¿Y tú cómo estás?””
Cómo resolver el problema
1. Lo que papá y mamá deben hacer
- Generar un ambiente libre de culpa y vergüenza. Cuando su hijo/a siente que puede cometer errores sin ser culpado o avergonzado, más fácilmente podrá suprimir sus conductas tímidas. Si su hijo/a derrama la leche, dígale “no te preocupes, vamos a limpiarlo juntos”
- Practicar la respuesta a preguntas. Si su hijo/a entra en estado de timidez, es probable que le esté manifestando que necesita aprender a contestar preguntas. Es positivo practicar con el/ella mientras realizan otras actividades, por ejemplo mientras van en el auto o juegan en casa. Es útil decirle “Cuando alguien te pregunta ‘¿Cómo te llamas?’ puedes responder ‘Isabella’, así esa persona sabrá quién eres. Ahora practiquemos. Cuando yo digo: ‘¿Cómo te llamas?’ ¿Qué respondes tu?” Es muy positivo practicar este tipo de preguntas varias veces al día, hasta que la respuesta “Isabella” se convierta en una respuesta automática
- Practicar con familia y amigos. Ofrezca a su hijo/a oportunidades para participar en conversaciones. Por ejemplo en una reunión familiar o de amigos, pregúntele “¿Qué te parece si pedimos pizza para comer hoy?” O bien “Cuéntale a Juan sobre tu viaje al zoológico de hoy”
- Buscar ayuda de un profesional si es necesario. Si usted observa que la timidez interfiere en la felicidad de su hijo/a, si le impide participar en actividades adecuadas y si parece hacerle la vida muy difícil, es positivo buscar la ayuda de un profesional para descartar cualquier tipo de patología.
2. Lo que papá y mamá no deben hacer
- Humillar o castigar a su hijo/a. Aunque usted pueda sentirse avergonzado o incómodo con la timidez de su hijo/a, castigarlo o humillarlo lo pondrá triste y le impedirá volverse más seguro socialmente. Así mismo, excusar el comportamiento de su hijo diciendo a los demás “es que él es mi hijo/a, el tímido” o que “es que él no habla”, únicamente provocará que su miedo o temor a los demás se haga más profundo.
- Suplicar. Aunque papá o mamá se sientan fuertemente tentados a suplicar a su hijo/a que “le conteste a la amable señora”, hacerlo le dará a la reticencia de su hijo/a un considerable poder y lo alentará a rehusarse más en el futuro.
- Etiquetar. Dar excusas a la familia y a los amigos diciendo que su hijo es “tímido” crea una especie de “profecía” que se cumplirá y con la cual el pequeño/a tendrá que vivir. Esto lo desalentará para tratar de comportarse de forma diferente en el futuro. Al contrario, al escuchar el niño/a este tipo de excusas o afirmaciones sobre su persona, sencillamente le será más fácil seguir comportándose de acuerdo a lo que sus papás afirman de él.
La historia de Eduardo
Eduardo había
sido un tímido bebé que volteaba el rostro frente a los extraños y enterraba su
cabeza en el hombro de mamá cuando había desconocidos a su alrededor. El papá
de Eduardo, Miguel, también había sido muy tímido de niño. La abuela de
Eduardo, Leonor, afirma que nadie de fuera de la familia escuchó hablar de
Miguel hasta que fue adolescente.
La mamá de
Eduardo, María, tenia la esperanza de que Eduardo pudiera superar su timidez
cuando creciera. Pero a los cinco años de edad, Eduardo “el tímido” como ella
lo llamaba, no mostraba signos de convertirse en un niño más abierto. Miguel
entendía a su hijo y recordaba el pánico que él mismo sentía de niño cuando era
confrontado a hablar con extraños.
Así que
Miguel elaboró un plan para ayudar a su hijo Eduardo. Primero lo involucró en
conversaciones haciéndole muchas preguntas que Eduardo tenía que contestar con
más que un sí o un no. Miguel preguntaba a su hijo “¿Qué almorzaste hoy” o “A
qué jugaste hoy en el Jardín?” Cuando Eduardo respondía con más de una o dos
palabras, su papá le decía “Eduardo, ¡me encanta que me cuentes eso!” o “¡Esa
historia de jugar a carreras de carros en el Jardín es muy interesante!”
Miguel
también hizo que su hijo Eduardo practicara el saludar a las personas. Ambos
jugaban a simular que se encontraban en la calle, y Miguel le decía ”Hola,
¿como estás?”, a lo que su hijo respondía “Muy bien, ¿y tú como estás?” a lo
que seguían las risas de ambos.
Finalmente
Eduardo comenzó a relajarse cada vez más en medio de la gente que no conocía
mucho. La familia y los amigos comentaban sobre el cambio de Eduardo en el
aspecto social, que se estaba volviendo más abierto.
La mamá y el
papá de Eduardo estaban felices. Ambos creían que iba a seguir el mismo camino
tímido del papá, pero fueron gratamente sorprendidos al verlo salir poco a poco
de su caparazón. Se prometieron mutuamente que nunca más pondrían etiquetas a
su hijo.
Recordemos que la habilidad social, como cualquier
otra habilidad, puede mejorarse con la práctica. Si usted observa que su hijo/a
se muestra muy tímido ante los demás, propóngale actividades en las que el
niño/a pueda poner en practica esas habilidades sociales. De esta manera podrá
ir desarrollándolas y mejorándolas paulatinamente.
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