miércoles, 21 de septiembre de 2016

LA CONDUCTA TÍMIDA EN LOS NIÑOS

Imaginemos que se encuentra con una amiga en el supermercado, donde se encuentra usted feliz comprando con su hija de tres añitos. De repente, su hija se agarra fuertemente a su pierna y no responde al simple saludo de su amiga : “¿Cómo estás Isabella?” Usted se sorprende ante esta extraña conducta y le pregunta a su hija: “¿Qué te sucede Isabella? ¡Si tú amas a Catalina!”

La situación descrita arriba es más habitual de lo que usted cree. Miles de padres y madres quedan confundidos ante la “parálisis” de su hijo/a cuando alguien le pregunta algo. Mientras algunos niños se acercan al mundo con una curiosidad desatada, otros le ponen freno y prefieren “mirar bien antes de saltar”. Ambos comportamientos o actitudes son normales, y cada una refleja una forma de ser innata.

Usando otras palabras, la timidez no es un problema en sí mismo. Sin embargo, se convierte en un problema cuando llega a ser tan intensa que le impide al niño/a hacer amigos, o participar en actividades sociales fuera de casa, como ir a una fiesta de cumpleaños o a la biblioteca. Enseñar habilidades sociales o juego de roles sobre varias situaciones sociales, puede ayudar al niño en edad preescolar a reducir su timidez e incrementar la confianza en sí mismos.


Cómo prevenir el problema

Desarrolle expectativas y objetivos realistas. Desde el punto de vista de su etapa de desarrollo, no es realista esperar que su hijo/a actúe de cierta forma ante otras personas. Por ejemplo, si su hijo/a de dos años no está listo para ir a una fiesta de cumpleaños y usted lo obliga a asistir, únicamente le producirá más temor respecto a futuros eventos sociales. Los niños/a en edad preescolar superan su timidez  a medida que adquieren experiencia interactuando con otros. Sin embargo, no es bueno esperar cambios de la noche a la mañana.

Acepte la timidez de su hijo/a. Los niños nacen con distintos temperamentos: algunos son amistosos y extrovertidos, otros son más cautelosos y tímidos, y otros van y vienen entre los dos extremos. En lugar de enviar a su tímido/a hijo/a el mensaje de que algo malo ocurre con él porque no actúa de acuerdo a las expectativas paternas o maternas, acepte su timidez como parte de su temperamento único.

- Elogie a su hijo/a. En el momento en que su hijo/a haga un comentario o participe en una conversación, elogie esta conducta. Por ejemplo es bueno decirle “…Me gusta mucho eso que dices sobre el cachorro de Samuel, es cierto, tiene una pata blanca, qué lindo…”

Sea un buen modelo a seguir. Ofrezca a su hijo/a muchas oportunidades de verlo a usted interactuando con más personas en situaciones sociales. Adicionalmente, realice juegos de roles en diferentes escenarios con su hijo y enséñele  qué decir en algunas situaciones. Por ejemplo es útil decirle al niño/a: “Cuando la gente me pregunta cómo estoy, normalmente contesto: “Bien, gracias ¿Y tú cómo estás?””


Cómo resolver el problema

1. Lo que papá y mamá deben hacer
  • Generar un ambiente libre de culpa y vergüenza. Cuando su hijo/a siente que puede cometer errores sin ser culpado o avergonzado, más fácilmente podrá suprimir sus conductas tímidas. Si su hijo/a derrama la leche, dígale “no te preocupes, vamos a limpiarlo juntos”
  • Practicar la respuesta a preguntas. Si su hijo/a entra en estado de timidez, es probable que le esté manifestando que necesita aprender a contestar preguntas. Es positivo practicar con el/ella mientras realizan otras actividades, por ejemplo mientras van en el auto o juegan en casa. Es útil decirle “Cuando alguien te pregunta ‘¿Cómo te llamas?’ puedes responder ‘Isabella’, así esa persona sabrá quién eres. Ahora practiquemos. Cuando yo digo: ‘¿Cómo te llamas?’ ¿Qué respondes tu?” Es muy positivo practicar este tipo de preguntas varias veces al día, hasta que la respuesta “Isabella” se convierta en una respuesta automática
  • Practicar con familia y amigos. Ofrezca a su hijo/a oportunidades para participar en conversaciones. Por ejemplo en una reunión familiar o de amigos, pregúntele “¿Qué te parece si pedimos pizza para comer hoy?” O bien “Cuéntale a Juan sobre tu viaje al zoológico de hoy”
  • Buscar ayuda de un profesional si es necesario. Si usted observa que la timidez interfiere en la felicidad de su hijo/a, si le impide participar en actividades adecuadas y si parece hacerle la vida muy difícil, es positivo buscar la ayuda de un profesional para descartar cualquier tipo de patología.


2. Lo que papá y mamá no deben hacer
  • Humillar o castigar a su hijo/a. Aunque usted pueda sentirse avergonzado o incómodo con la timidez de su hijo/a, castigarlo o humillarlo lo pondrá triste y le impedirá volverse más seguro socialmente. Así mismo, excusar el comportamiento de su hijo diciendo a los demás “es que él es mi hijo/a, el tímido” o que “es que él no habla”, únicamente provocará que su miedo o temor a los demás se haga más profundo.
  • Suplicar. Aunque papá o mamá se sientan fuertemente tentados a suplicar a su hijo/a que “le conteste a la amable señora”, hacerlo le dará a la reticencia de su hijo/a un considerable poder y lo alentará a rehusarse más en el futuro.
  • Etiquetar. Dar excusas a la familia y a los amigos diciendo que su hijo es “tímido” crea una especie de “profecía” que se cumplirá y con la cual el pequeño/a tendrá que vivir. Esto lo desalentará para tratar de comportarse de forma diferente en el futuro. Al contrario, al escuchar el niño/a este tipo de excusas o afirmaciones sobre su persona, sencillamente le será más fácil seguir comportándose de acuerdo a lo que sus papás afirman de él.


La historia de Eduardo

Eduardo había sido un tímido bebé que volteaba el rostro frente a los extraños y enterraba su cabeza en el hombro de mamá cuando había desconocidos a su alrededor. El papá de Eduardo, Miguel, también había sido muy tímido de niño. La abuela de Eduardo, Leonor, afirma que nadie de fuera de la familia escuchó hablar de Miguel hasta que fue adolescente.
La mamá de Eduardo, María, tenia la esperanza de que Eduardo pudiera superar su timidez cuando creciera. Pero a los cinco años de edad, Eduardo “el tímido” como ella lo llamaba, no mostraba signos de convertirse en un niño más abierto. Miguel entendía a su hijo y recordaba el pánico que él mismo sentía de niño cuando era confrontado a hablar con extraños.
Así que Miguel elaboró un plan para ayudar a su hijo Eduardo. Primero lo involucró en conversaciones haciéndole muchas preguntas que Eduardo tenía que contestar con más que un sí o un no. Miguel preguntaba a su hijo “¿Qué almorzaste hoy” o “A qué jugaste hoy en el Jardín?” Cuando Eduardo respondía con más de una o dos palabras, su papá le decía “Eduardo, ¡me encanta que me cuentes eso!” o “¡Esa historia de jugar a carreras de carros en el Jardín es muy interesante!”
Miguel también hizo que su hijo Eduardo practicara el saludar a las personas. Ambos jugaban a simular que se encontraban en la calle, y Miguel le decía ”Hola, ¿como estás?”, a lo que su hijo respondía “Muy bien, ¿y tú como estás?” a lo que seguían las risas de ambos.
Finalmente Eduardo comenzó a relajarse cada vez más en medio de la gente que no conocía mucho. La familia y los amigos comentaban sobre el cambio de Eduardo en el aspecto social, que se estaba volviendo más abierto.
La mamá y el papá de Eduardo estaban felices. Ambos creían que iba a seguir el mismo camino tímido del papá, pero fueron gratamente sorprendidos al verlo salir poco a poco de su caparazón. Se prometieron mutuamente que nunca más pondrían etiquetas a su hijo.


Recordemos que la habilidad social, como cualquier otra habilidad, puede mejorarse con la práctica. Si usted observa que su hijo/a se muestra muy tímido ante los demás, propóngale actividades en las que el niño/a pueda poner en practica esas habilidades sociales. De esta manera podrá ir desarrollándolas y mejorándolas paulatinamente.

Y lo más importante, la timidez es un rasgo de la personalidad de los pequeños. Mientras la timidez no ocasione en su hijo/a desadaptación, malestar, rechazo a relacionarse con los demás, o algún otro tipo de problemática mayor, no se preocupe, la timidez en un niño/a no es ningún problema

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