La vida no es una carrera de obstáculos, sino de retos. Por eso es tan importante aprender a afrontarlos bien desde bebés. La finalidad es poder combatir las frustraciones de forma positiva y resolver de buena manera esas tareas tan complicadas que a veces parecen imposibles. Porque a ser prudentes también se aprende.
En otras
palabras: tarde o temprano, en torno a esta edad, tu bebé decidirá́ emprender él
solito la ascensión de una escalera, o la exploración de un parque pasito a pasito.
Mamás y papás asistimos a estos primeros pasos en su personal descubrimiento
del mundo con una mezcla de orgullo y terror. Pero no debemos dejarnos llevar
por este último. El subir una escalera entraña sus riesgos cuando todavía no tienes
año y medio, pero es una estupenda manera de ejercitar la decisión y la audacia,
de conocer lo que te rodea, los límites de tu propio cuerpo. Nuestra actitud como
padres debe ser vigilante, cariñosa, y por supuesto medida: ni demasiado proteccionista,
ni demasiado confiada. Igual que los aprendices de montañeros no comienzan por ascender
el Everest, unos pocos escalones son ideales para que el bebé comprenda por
sí solo, pero con nosotros al lado, los riesgos de este nuevo reto, así como
las virtudes del éxito y, como no, lo que son las escaleras, ¡claro! ¡No vamos
a poder cerrar todas las que encuentre de aquí́ en adelante!
La exploración
de su entorno no puede limitarse a ser visual. Debemos ayudarle a que lo
descubra con todas esas herramientas que tanto le fascinan: sus sentidos. Y
estar pendientes para evitarle los peligros. A esta edad le encantan los
agujeros, meter en ellos los dedos y ver qué pasa. Pero claro, el mundo está
lleno de enchufes. La solución no es prohibirle los agujeros, sino tapar los
enchufes para que no meta sus deditos en ellos.
Si vemos
que su actitud entraña algún riesgo, debemos trasmitirle nuestra desaprobación
a la vez con suave firmeza y cariño, celebrando cada vez que nos hace caso. No
con regaños bruscos, gritos o cambios de humor, pues así́ sólo lograremos
desconcertarlo o asustarlo, no enseñarle.
Y es que,
aunque no nos demos cuenta, a esta edad el pequeño también está aprendiendo
los mecanismos del autocontrol. Y los de la comunicación verbal, y del uso de
la memoria. Si nos parece que su cuerpo crece a toda velocidad, no podemos ni
imaginar lo que sucede con su pequeño cerebro.
·
¿CÓMO SOY? ¿QUÉ NECESITO?
Me parece
que ya he entendido por qué os cansa tanto ese juego tan divertido de yo tirar
cosas y vosotros recogerlas. ¡El suelo está mucho más lejos de vosotros que de
mí! No hay problema: ya sé agacharme a recogerlas. Y francamente, me parece
que lo hago mucho mejor que vosotros. Lo que no consigo todavía es pasaros la
pelota con la habilidad que tenéis vosotros... pero cada vez lo hago mejor,
¿verdad? Por eso me encanta ese juego.
Ahora que
mis dos piernitas me llevan de aquí́ para allá́ también con cada vez mayor
capacidad de tracción y velocidad, voy descubriendo en casa muchas posibilidades
de entretenimiento muy interesantes: vaciar de ropa de los cajones más bajos,
por ejemplo. Ya, ya sé que los de la cocina son peligrosos... También me
encanta llenar mi habitación de juguetes tirados por el suelo, y muchas otras
cosas. Estas son sólo algunas de ellas:
Estas
son algunas de las cosas que ya sé y me gusta hacer:
- Caminar. Ya sea yo solo, con algún problema de equilibrio, o empujando un carrito. Puedo seguiros de aquí́ a allá́ si no os vais muy deprisa, ¡A partir de ahora seré́ vuestra sombra!... bueno, no siempre. Cuando comprobé que llego más lejos y más rápido caminando en lugar de gateando, decidí́ que ningún lugar iba a ser secreto ya para mí. ¡Me encanta explorar! Dentro de muy poco caminaré muchísimo mejor. Así́ que prepararos.
- También sé quitarme los calcetines sin ayuda de nadie.
- Y hacer garabatos con colores en un papel.
- Y usar la cuchara para comer. No con vuestra asombrosa habilidad, pero cada vez mejor.
- Y me sé los nombres de muuuuchas cosas. Por ejemplo, si me decís partes de mi cuerpo ¡yo puedo señalarlas!
- También me encanta jugar al escondite. ¡Es divertidísimo! ¿Jugamos otra vez?
Estas
son el tipo de cosas que necesito:
- Juguetes. Definitivamente, después de papá y mamá, los juguetes son lo mejor que existe. Mejor si son muy diferentes unos de otros en la forma, la textura y los colores. Me gustan mucho las pelotas, ya sabéis. Y las cajas. Y esos juegos de buscar la pieza que encaja forma del agujero...
- Charla. Ya sé que no puedo responderos a todo, pero me encanta que me contéis cosas mientras me bañáis, me vestís o mientras como.
- Que me escuchéis, aunque no entendáis nada.
- Rimas y canciones. ¡Me encantan! Repetídmelas una y otra vez, por favor.
- Modelos de conducta. Ya sé que suena raro que un bebé pida algo así́, pero ya habréis notado que me fijo constantemente en vosotros. Estoy aprendiendo a cómo hay que reaccionar ante las alegrías o los problemas observando cómo lo hacéis vosotros.
- Limites… para mi seguridad, claro. Prefiero que me enseñéis a evitar los peligros antes que descubrir por mi cuenta por qué son tan malos.
- Comprensión. Veréis: ya sé que debo compartir MIS juguetes, porque me lo repetís siempre. ¡Pero a veces no puedo evitar enojarme cuando lo hago!
Finalizamos aquí
el artículo de esta semana, dedicado al rango de edad de 12 a 18 meses. Nos
vemos la próxima semana con un nuevo artículo.
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