¡Tres años! Cómo pasa el tiempo… ¿verdad?
Desde nuestro punto de vista, siempre recomendamos iniciar la etapa del Jardín Infantil a edades tempranas para propiciar en los niños que reciban una estimulación a cargo de personal profesional y cualificado. Ésto redundará posteriormente en un mejor desempeño, no sólo a nivel académico, sino a nivel de madurez personal y social. Debido a que en la época actual las familias han reducido el número de hijos, en la mayoría de ocasiones el niño o niña no tiene ocasión de compartir con sus pares si no es en una Institución como un JArdín Infantil.
A pesar de esto, hay familias que deciden iniciar la etapa del Jardín a esta edad, los 3 años. Ene esta edad, una parte muy importante de lo que les queda a l@s pequeñ@s por aprender, y de su desarrollo, tendrá como escenarios las aulas del Jardín, el patio de recreo, sus compañer@s y profesoras, … Entre sus compañeros van a salir algunos de sus mejores amigos, con quienes van a aprender muchas de las claves de la vida social.
Y es que si hasta ahora la principal atención al desarrollo de los pequeños la recibía sobre todo su crecimiento (el peso, la altura…), el progreso de sus capacidades físicas (gatear, ponerse en pie, caminar…) y de vocabulario (sus primeras palabras y frases), y otras por el estilo, en adelante van a entrar más en juego otras no menos importantes.
A partir de este año va a haber que estar atentos también a cómo avanzan sus habilidades motoras (correr, saltar, mantener el equilibrio, dibujar…), verbales (su capacidad de comunicación), intelectuales (de pensamiento), emocionales (de sentimiento), y como hemos dicho, sociales (de relación con los demás).
¿Y todo eso lo va a aprender en el Jardín? ¡Por supuesto que no! Un error mucho más común de lo que parece es creerse que de ahora en adelante todo el aprendizaje y desarrollo de los niños y niñas dependerá de la formación que reciban en el salón. De hecho, muchos padres y madres consideran la llegada de la etapa del Jardín Infantil como una especie de liberación personal, como si en adelante las maestras fuesen las principales responsables del avance de sus hijos en esos aspectos mencionados. Esta concepción de los niños, de la familia y del Jardín Infantil no sólo es equivocada, sino que puede tener consecuencias en el progreso como personas de quienes más queremos.
Debemos, por tanto, disponernos a acometer una nueva etapa en nuestro aprendizaje de cómo ser buenos padres y madres, los mejores que seamos capaces. A partir de ahora deberemos mantener un habitual intercambio de impresiones con las profesoras, y tendremos siempre presente que es con nosotros como van a seguir aprendiendo más y mejor a ser como se debe. Para ello, claro, hablaremos mucho con ellos, sobre todo cuanto más capaces sean de expresarse, e intentaremos comprender cómo son para acompañarlos en su propio descubrimiento del mundo.
¿CÓMO SOY? ¿QUÉ NECESITO?
Soy MUY mayor. No me parezco en nada a esos enanos que también hay en el Jardín, pero casi no saben andar, chillan de forma desagradable, necesitan pañal e incluso pierden baba por entre los labios. Los bebés son muy graciosos (sobre todo cuando están limpios y sonrientes, o dormidos), pero está claro que no se pueden comparar conmigo. ¡Yo ya voy al salón de los niños grandes!
Así que me gusta que me tratéis como lo que soy: mayor. Bueno, no siempre... Lo que trato de decir es que quiero que me consideréis mayor muchas veces. ¡Pero no dejéis de darme mimos, de contarme cuentos, de jugar conmigo, de levantarme por los aires, de venir si os llamo asustado o porque me he dado un buen golpe!
En el Jardín aprendo y me suceden muchas cosas. De todo tipo: buenas, malas, divertidas, aburridas, apasionantes, tristes, fastidiosas… Si me echáis una mano creo que seré capaz de contároslas. Como sois mis papás, estoy seguro de que os interesarán muchísimo. Algunas, eso sí, no me apetecerá compartirlas. Y a veces me inventaré cosas que no hayan sucedido. Escuchadme igual, ¿vale? Me gusta mucho hablar con vosotros, y jugar con vosotros, y estar con vosotros.
Si me preguntáis qué es lo que más necesito y me gusta hacer, entre las cosas más importantes que se me ocurren están esas. Y, además, estas otras:
Estas son algunas de las cosas que ya sé y me gusta hacer:
• Correr, saltar, colgarme, conducir mi triciclo, subir y bajar escaleras... Me encanta hacer todo eso que llamáis “no parar”.
• Hacer preguntas. ¡Ojalá hubiese aprendido antes a preguntar! ¡¡Es muy entretenido! Las cosas que primero no conoces y luego por fin conoces porque te las cuentan o explican son fascinantes.
• Escuchar música y seguir el ritmo. ¡Bailar con vosotros es chévere!
• Colorear y dibujar.
• Soy ya capaz de proezas mentales tan increíbles como poner nombres a todos los colores, montar puzles sencillos, contar como poco hasta cinco o memorizar cuentos y canciones.
• También sé vestirme, desvestirme e ir al baño sin ayuda, aunque para limpiarme aún necesito de vuestra ayuda y consejo
• ¡Y es que también estoy aprendiendo muy bien a jugar con las emociones! Las mías y las vuestras…
• De todos modos, cuando me ayudan, no me olvido de decir “por favor” o “gracias”.
• Otra cosa que me gusta mucho es jugar a los papás y las mamás con otros niños de mi edad.
Estas son el tipo de cosas que necesito:
• Que estéis atentos a ver qué hago y a dónde voy. A veces me da la impresión de que corro tanto que soy capaz de desaparecer más allá del horizonte sin darme cuenta, o de subir más arriba de lo que debo…
• Que me dejéis colorear y dibujar como me apetezca y con la mano que me apetezca. Y que dibujéis y coloreéis conmigo.
• Que me enseñéis a concentrarme un rato en una sola actividad si veis que me cuesta. Hay cosas que a vosotros os parecen fáciles, pero a mí no tanto.
• Que cuando os pregunte, me digáis siempre la verdad y de forma que yo la entienda. No me gusta nada descubrir que me estáis contando una mentira. ¡Ya comienzo a saber diferenciar los cuentos de la realidad!
• Que me contéis y leáis muchísimos cuentos. La realidad y los cuentos son igual de fascinantes.
• Que escuchéis mis historias. Aunque a veces me enrede un poco.
• Unas normas claras para convivir con vosotros y con los demás. Así me es más fácil. Y apoyo para ayudarme a pensar qué ha sucedido si tengo algún conflicto con mis hermanos o amigos.
• Responsabilidades. ¡Eso significa que de verdad pensáis que soy mayor! Por ejemplo, colocar siempre mi ropa sucia en la caneca.
• Que me contéis muchas veces cuáles son mis cualidades. Y me animéis con cariño a superar mis defectos.
• Ah, me olvidaba, las palabras mágicas: “por favor”. Por favor haced todo eso.
Finalizamos aquí el artículo de esta semana, dedicado al rango de edad de 3 a 4 años. Nos vemos la próxima semana con un nuevo artículo.